Nagasaki es bombardeada con la bomba atómica, y Koji, un joven estudiante de medicina, muere. Tres años más tarde, su madre Nobuko al fin acepta la muerte de su hijo, y es entonces cuando él se le aparece…
Dirección: Yôji Yamada. Producción: Asahi Broadcasting Corporation, GyaO, Hakuhodo DY Media Partners, Hakuhodo, Hokkaido Television Broadcasting Co., J Storm, Kinoshita Komuten, Komatsuza, Kyushu Asahi Broadcasting Co., Kôdansha, Nagasaki Cultural Telecasting Co., Nagasaki Shimbun, Nagoya Broadcasting Network, Nippon Shuppan Hanbai (Nippan) K.K., Shochiku Company, Shôchiku Broadcasting Co., Sumitomo Corporation, TV Asahi, Thr Yomiuri Shimbu. Productor: Nozomi Enoki. Guion: Yôji Yamada, Emiko Hiramatsu. Música: Ryuichi Sakamoto. Fotografía: Masashi Chikamori. Dirección artística: Mitsuo Degawa. Montaje: Iwao Ishii. Efectos especiales: Marza Animation Planet. Intérpretes: Sayuri Yoshinaga (Nobuko Fukuhara), Kazunari Ninomiya (Koji Fukuhara), Haru Kuroki (Machiko Sata), Ken’ichi Katô (el hombre de Shanghai), Yuriko Hirooka (Tomie), Tadanobu Asano (Kuroda), Miyu Honda (Tamiko), Isao Hashizume (profesor Kawakami), Nenji Kobayashi, Christopher McCombs, Wade Reed, Kazunaga Tsuji, Taiki Yoshida, Mikuu Yamada… Nacionalidad y año: Japón 2015. Duración y datos técnicos: 130 min. – color / B/N / sepia – 1.85:1 – 35 mm / Super 35.
A punto de cumplir los 77 años cuando presentó esta película, Yôji Yamada (n. en 1931) es uno de los más veteranos realizadores nipones en activo, y considerado por gran parte de la crítica como el último de los clásicos. Se graduó en la universidad en 1954, y ese mismo año comenzó a trabajar de ayudante de realización en Shochiku, compañía productora a la cual está ligado desde entonces. Como realizador debuta en 1961 con Nikai no tanin, y es responsable de «Tora-san», la serie cinematográfica más longeva del mundo. En España poco se ha estrenado de él, teniendo como tiene 94 películas hasta el momento, aunque parece que en los últimos años las distribuidoras españolas le han echado el ojo[1]. Sería interesante que rescataran algunas de las previas de mayor interés, aunque ya sabemos la alergia que tienen nuestros distribuidores, ya sean de cine o de plataformas, por todo lo que huela a antiguo. Su cine está caracterizado por una mirada íntima dentro del entorno familiar contemporáneo japonés, y está profundamente influido por el gran Yasujirô Ozu, al que cita de forma frecuente en sus películas.
Esta Nagasaki, recuerdos de mi hijo (Haha to kuraseba, 2015) fue rodada entre medias de las dos citadas cintas sobre la familia de Tokio[2]. Esta película refleja, en cierto modo, esa predilección por la familia a la que hacíamos referencia, aunque anclada esta vez en un pasado cercano, de resonancias históricas, y con el grupúsculo de interés notablemente reducido, de forma casi minimalista. Convertir la cinta en una obra teatral no sería en exceso difícil.
Así, el filme podría considerarse una pieza de cámara, con breves salidas al exterior –el prólogo en blanco y negro, con el bombardeo, es muy sutil–, y con tres personajes virando unos alrededor de los otros. Tenemos en primer lugar a Nobuko (soberbia Sayuri Yoshinaga), la madre que queda repentinamente sola: su marido murió de tuberculosis años atrás, y su otro hijo cayó en el frente; por cierto, escalofriante la escena, a modo de flashback, en la cual el espectro de ese hijo se le aparece, y después se aleja junto a los otros fantasmas de los caídos en combate. Luego tenemos a Koji (Kazunari Ninomiya), un muchacho joven, ingenuo e idealista, que continuamente cambiaba de objetivos en la vida; incluso en una ocasión le apeteció convertirse en director de cine, momento que aprovecha Yamada para citar a Ozu. Y por último tenemos a Machiko (Haru Kuroki), prometida de Koji, que estaba a punto de casarse con él, y que ahora que la madre ha quedado sola la visita con cierta frecuencia. Trabaja como maestra, y en uno de los momentos más enternecedores acompaña a una alumna de diez años a buscar noticias de su padre desaparecido en la guerra.
Junto a estos personajes tenemos otros que aparecen de fondo, como la vecina de Nobuko (Tomie, a quien encarna Yuriko Hirooka), o el llamado hombre de Shanghai (Ken’ichi Katô), un vendedor estraperlista que visita en ocasiones a la protagonista para hacerle llegar alimentos del mercado negro, a veces rebajándoselos o regalándoselos, porque en el fondo la ama y solo desea estar cerca de ella.
Dentro de ese entorno, como se decía en la sinopsis, una vez Nobuko acoge ante sí misma la idea de la muerte de su hijo, este tendrá la capacidad de aparecérsele. No lo hace al modo de un fantasma escalofriante y terrible, tan caro al cine japonés de los últimos años. Simplemente surge vestido del modo al que lo hacía en vida, y conversa con su madre, rememorando instantes de la relación entre ambos, momentos que veremos por medio de flashbacks, a veces de un par de segundos, otras veces más largos.
Podría parecer que el fantasma es únicamente un recurso estilístico para que el director ofrezca los recuerdos de la mujer de un modo más tangible, y algo de eso hay, pero al mismo tiempo es un elemento fantástico real, integrado a la narración. No olvidemos que el mundo de los fantasmas es acogido por el pueblo nipón de un modo que los occidentales no podemos entender. Las apariciones del fantasma son sutiles: la protagonista gira la cabeza, y ahí está él, como si ya estuviera antes en ese lugar. Cuando se pone triste, el fantasma desaparece, y entonces se disgrega en el aire en pocos segundos. A veces, durante unos instantes, vemos flotando en el aire algo que estaba sosteniendo, y que se desplaza unos momentos, hasta que al fin cae.
Yamada utiliza una diversidad de tonos para narrar la relación entre los tres personajes citados, uno de los cuales ya está muerto. Así, pasa de un tono costumbrista a otro más evocador, uno que nos hace esbozar la sonrisa en los labios hasta otro donde las lágrimas nos corren a raudales por el rostro. Es un filme sensible, melancólico, que en ocasiones nos ofrece esperanzas para ser en otras absolutamente desolador. Ambientado el film en 1948, la soberbia fotografía de Masashi Chikamori recrea a la perfección el cine de aquella época; en otras cintas donde se intenta emular ese tipo de fotografía únicamente se potencia la intensidad de los colores, sin embargo aquí los matices están recreados a la perfección. La agraciada partitura del famoso Ryuichi Sakamoto ayuda a conferir una belleza más calma a la obra. Y resaltemos el final, que recuerda enormemente —y no creo que ello sea casualidad— al de una joya como es El fantasma y la señora Muir (The Ghost and Mrs. Muir, 1947), de Joseph L. Mankiewicz. De esta manera, la conjunción plena de todos estos elementos conduce a la consecución de una hermosa obra maestra que merece mucho su contemplación.
Anecdotario
- Títulos anglosajones: Living with My Mother / Nagasaki: Memories of My Son.
- En los premios de la Academia Japonesa de 2016 ganó en las categorías de mejor actor (K. Ninomiya) y actriz secundaria (H. Kuroki), y tuvo nominaciones como mejor película, guion, fotografía, dirección artística, sonido, montaje, iluminación, actriz (S. Yoshinaga) y actor secundario (T. Asano). En el Manichi Film Concours de 2015 ganó en las categorías de música y actor secundario (K. Katô).
- Seleccionada por Japón para competir en los Oscar de 2017 en la categoría de ‘mejor película en lengua no inglesa’.
- Estrenada en Japón el 12 de diciembre de 2015. En España se estrenó el 26 de mayo de 2017.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: *****
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] El ocaso del samurái (Tasogare Seibei, 2002), The Hidden Blade: La espada oculta (Kakushi ken oni no tsume, 2004), Love and Honor – El catador de venenos (Bushi no ichibun, 2006), Una familia de Tokio (Tôkyô kazoku, 2013), La casa del tejado rojo (Chiisai ouchi, 2014), Maravillosa familia de Tokio (Kazoku wa tsuraiyo, 2016), Verano de una familia de Tokio (Kazoku wa tsuraiyo 2, 2017) y Una madre de Tokio (Konnichiha, kâsan, 2023), en concreto. A punto de estreno tiene Tokyo Taxi (2025), ya con 95 años.
[2] Pese a las similitudes en los títulos españoles, Una familia de Tokio (Tôkyô kazoku, 2013) y Maravillosa familia de Tokio (Kazoku wa tsuraiyo, 2016) nada tienen que ver entre ellas, aunque en la segunda podemos vislumbrar el póster de la primera, en la escena de la escuela de escritura.