Willard vive en su casa con una madre enferma. En el sótano comienzan a aparecer ratas, y él se descubre como que puede dominar a estas y ordenarles lo que sea… salvo a Ben, la más grande de todas. Willard trabaja como un mero oficinista en una fábrica que fue propiedad de su difunto padre, y cuyo dueño actual le trata de forma despótica.
Dirección: Glen Morgan. Producción: New Line Cinema, Hard Eight Pictures. Productores: Glen Morgan, James Wong. Productores ejecutivos: Richard Brener, Bill Carraro, Toby Emmerich. Guion: Glen Morgan, según el guion de Gilbert Ralston y el libro Ratman’s Notebooks de Stephen Gilbert. Fotografía: Robert McLachlan. Música: Shirley Walker. Montaje: James Coblentz. Diseño de producción: Mark S. Freeborn. FX: Rachel Griffin (supervisora de prótesis), Centropolis Effects (efectos visuales y animación), Character Shop (animatrónicos), WCT Productions (diseño y elaboración de cuerpos, prótesis y animatrónicos de los ataques de ratas), Digital Domain (efectos visuales). Intérpretes: Crispin Glover (Willard Stiles), R. Lee Ermey (Mr. Martin), Laura Harring [acreditada como Laura Elena Harring] (Cathryn), Jackie Burroughs (Mrs. Stiles), Ashlyn Gere [acreditada como Kimberly Patton] (Ms. Leach), William S. Taylor (Mr. Garter), Edward Horn (Colquitt), Gus Lynch (George Foxx), Laara Sadiq (Janice Mantis), David Parker (detective Boxer), Ty Olsson (oficial Salmon), Kristen Cloke (psiquiatra)… Nacionalidad y año: Canadá, Estados Unidos 2003. Duración y datos técnicos: 97 min. color 2.35:1.
Willard (Willard, 2003) es uno más de los muchos remakes que se han hecho en el siglo XXI, esta vez basado en la simpática pero flojilla La revolución de las ratas (Willard, 1971), aunque sus responsables no lo presentaron como tal, sino como una “reelaboración de los temas del original, con un mayor enfoque en el suspense”[1]. A la hora de encarar el análisis de este film, decidí no volver a ver el original, aunque por lo que recuerdo el presente es aceptablemente fiel a aquél, salvo el final, lo peor de la película, en un intento de otorgarla una espectacularidad algo absurda.
El plato fuerte de Willard, sin duda, es el cometido que ofrece Crispin Glover en el personaje del título. Se le quiso asemejar a una rata, y el maquillaje se centró en acentuar esos rasgos. Glover, desde luego, realiza una tarea esforzada, desde el inicio, sumiso y blando, los accesos de furia arrebatadora, el desequilibrio que se va apoderando de él… La interpretación resulta, eso sí, algo caricaturesca, pero ese mismo perfil lo ofrecen tanto el personaje de la madre (interpretada por Jackie Burroughs) o el jefe (R. Lee Ermey), así como algún colega de oficina, no así la compañera simpática (Laura Harring), que vendría a representar la placidez, el remanso de paz donde Willard se podría refugiar si las cosas fueran mejor.
Tras los títulos de crédito ―realizados al estilo Seven (Se7en, David Fincher, 1995), y al compás de la estupenda música de Shirley Walker― lo primero que aparece, en un fondo negro, es la voz de la madre clamando: “¡Willard! ¡El sótano está lleno de ratas!”, lo cual podría representar una manifestación de intenciones, de lo que en adelante se irá ofreciendo. Toda la trama se centrará en el personaje de Willard ―salvo en el referido final, donde se nos ofrecen planos desde el exterior de la casa que no tienen mucho sentido, pues solo se ve a los policías mirando sin parar―. Willard está controlado por su madre, y en ciertos detalles esto recuerda a Psicosis (Psycho, Alfred Hitchcock, 1960) en más de un aspecto, incluido el plano último de la película. El chico vive, por un lado, sobreprotegido pues por la mujer, mientras que en el trabajo su jefe se comporta de un modo despótico. Cuando aparecen las ratas en el sótano, la intención inicial de él es exterminarlas, pero pronto descubre que las puede controlar, y que hay sobre todo una, a la que llamará Sócrates, totalmente blanca, que viene a ser algo así como un amigo fiel, algo que nunca ha tenido. Se dedicará a adiestrar las cada vez más abundantes ratas, mientras todo ello es observado por la más grande y fea de todas, a la que llama Ben, y que parece guardar aviesas intenciones.
La película, en su mayor parte, supone un melodrama sórdido, que podría acaso recordar un tanto a los dramas góticos de Robert Aldrich, con la preponderancia escenográfica que representa la mansión donde el protagonista habita, y que tiene una gran importancia incluso argumental. El director es Glen Morgan, habitual guionista y productor televisivo ―en ese sentido, su mayor éxito es la célebre Expediente X (The X Files, 1993-2001, 2016, 2018)―, quien en el campo de la realización cinematográfica solo rodó otro remake, Negra Navidad (Black Christmas, 2006). No efectúa una mala tarea, resaltando en especial el uso de ángulos en picado para reforzar determinadas situaciones, así como una textura cromática muy interesante a partir de colores cálidos, donde contrasta Willard, pálido y vestido de negro, a tal punto que podría parecer un personaje de Tim Burton solo acentuándole un poco más las ojeras.
En todo caso, pese a que el resultado no es malo del todo, el conjunto destila un cierto aire anodino que no logra abandonar el film en todo momento, y se ve lastrado por el referido clímax. Como entretenimiento para una tarde no está mal, pero Willard no logra trascender su planteamiento de película-fórmula concebida a partir de un éxito previo y destinada a los cines de centros comerciales de todo el mundo, sin mayor ambición artística.
Anécdotas
- Título en México: La revolución de las ratas.
- En 2003 la película fue nominada en los premios Rondo Hatton Classic Horror a mejor película del género. En 2004, la Academy of Science Fiction, Fantasy & Horror Films nominó a Crispin Glover como mejor actor; los premios de la Canadian Society of Cinematographers galardonaron la fotografía; los Fangoria Chainsaw nominaron a Glover y a la música; y los premios Satellite nominaron en DVD por los mejores extras; en la edición española todos los extras están ausentes.
- Rodada con un presupuesto estimado de veintidós millones de dólares norteamericanos.
- El cuadro y las fotos que se ven del padre fallecido de Willard pertenecen a Bruce Davison, protagonista de la versión anterior.
- Ben está interpretado por una rata gigante de Gambia, endémica de África; pueden llegar a medir entre veinticinco y cuarenta y cinco centímetros. Alrededor de quinientas ratas se utilizaron para el rodaje, siendo entrenadas y clasificadas según sus especialidades.
- Joaquin Phoenix y Macaulay Culkin rechazaron el papel de Willard.
- La canción “Ben” está interpretada por los Jackson Five (esto es, Michael Jackson y sus hermanos), y se compuso originalmente para la película Ben (1972), secuela de La revolución de las ratas. En la película, además, hay otra versión interpretada por Crispin Glover.
- El gato se llama Scully, homenaje al personaje de la serie Expediente X donde trabajaron los productores.
- Inicialmente la película se iba a haber preparado para una calificación R, pero finalmente se optó por un PG-13, eliminando la explicitud de la muerte de determinado personaje, así como descartando diálogos soeces.
- Estrenada tanto en Canadá como en Estados Unidos el 14 de marzo de 2003. En España se estrenó el 20 de junio.
Bibliografía
Diario del hombre-rata; por Stephen Gilbert; traducción de Joaquina González Marina. Barcelona: Planeta, 1970. Colección: Infinito; nº 106. T.O.: Ratman’s Notebooks (1968).
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: **
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] Citado en la página oficial de la película en Internet, ya no disponible.