Es 1891 y el doctor Watson vive felizmente con su esposa Mary. Cuando un día visita a Holmes, lo encuentra muy alterado, y percibe que el motivo es su adicción a la cocaína, que se le ha ido del todo de las manos. Poco después, el médico recibe una visita del profesor Moriarty, quien le dice que es acosado por el detective, que lo acusa de ser una mente criminal perversa. Aliado Watson con Mycroft, el hermano de Holmes, y el propio Moriarty, engañan a Holmes para perseguir al «Napoleón del crimen» hasta Viena, para que allí sea curado de su adicción por el doctor Sigmund Freud.

Dirección: Herbert Ross. Producción: Alex Winitsky / Arlene Sellers Productions, Herbert Ross Productions, Universal Pictures. Productor: Herbert Ross. Productores delegados: Arlene Sellers, Alex Winitsky. Productor asociado: Stanley O’Toole. Guion: Nicholas Meyer, a partir de su propia novela, basado en los personajes creados por Arthur Conan Doyle. Fotografía: Oswald Morris. Música: John Addison. Montaje: Chris Barnes. Diseño de producción: Ken Adam. Intérpretes: Alan Arkin (Dr. Sigmund Freud), Vanessa Redgrave (Lola Deveraux), Robert Duvall (Dr. John H. Watson), Nicol Williamson (Sherlock Holmes), Laurence Olivier (profesor James Moriarty), Joel Grey (Lowenstein), Samantha Eggar (Mary Morstan Watson), Jeremy Kemp (barón Karl von Leinsdorf), Charles Gray (Mycroft Holmes), Régine (Madame), Georgia Brown (Frau Freud), Anna Quayle (Freda), Jill Townsend (Mrs. Holmes), John Bird (Berger), Alison Leggatt (Mrs. Hudson), Leon Greene (Holmes padre), Michael Blagdon (Sherlock Holmes de niño), Ashley House (hijo de Freud), Frederick Jaeger, Erik Chitty, Jack May, Gertan Klauber, Sheila Shand Gibbs, Erich Padalewski, John Hill, Harry Fielder, Drewe Henley… Nacionalidad y año: Reino Unido, Estados Unidos 1976. Duración y datos técnicos: 113 min. color 1.85:1 Technicolor 35 mm.

 

Nicholas Meyer (nacido en Nueva York en 1945) es hijo de un psiquiatra y de una concertista de piano, y se graduó en la Universidad de Iowa con un título en teatro y cine, al tiempo que escribía crítica fílmica en el periódico del campus. En 1974, aprovechando el interregno que le otorgaba una huelga de guionistas, escribió la novela Elemental, Dr. Freud (The Seven-Per-Cent Solution), una aventura inédita de Sherlock Holmes, que alcanzó un tremendo éxito, y que después sería seguida por otras a lo largo de los años: Horror en Londres (The West End Horror, 1976), El ángel de la música (The Canary Trainer, 1993), The Adventure of the Peculiar Protocols (2019) y The Return of the Pharaoh (2021).

Dado el gran impacto de la primera aventura de Holmes escrita por Meyer no es sorprendente que fuera comprada para ser llevada al cine, y como guionista se optó por que el propio autor adaptara su obra literaria. El escritor ya había tenido experiencia previa redactando guiones, pues hizo los de la película Invasion of the Bee Girls [vd/tv/dvd: La invasión de las abejas reina, Denis Sanders, 1973] y los telefilmes El monasterio de la muerte (Judge Dee and the Monastery Murders, Jeremy Kagan, 1974) y La noche que aterrorizó a América (The Night That Panicked America, Joseph Sargent, 1975). Lo curioso del caso es que, al redactar este libreto, la parte inicial de la novela la sigue con cierta fidelidad, mas, sin embargo, en la segunda mitad, cuando surge el «caso», Meyer desarrolló otro nuevo, totalmente diferente al del libro. Quizás el autor deseaba brindarse un reto a sí mismo, o acaso pensaba que esta nueva misión resultaba más cinematográfica[1]. También varió la resolución final en cierta medida sobre el trauma de infancia de Holmes.

En cuanto a la realización, esta cayó en manos de Herbert Ross (1927-2001), una decisión en principio sorprendente. También neoyorquino, Ross sintió el gusanillo del teatro y debutó nada menos que con Macbeth, haciendo de una de las brujas. Con dotes para el baile, terminó haciéndose coreógrafo, debutando con una adaptación musical de A Tree Grows in Brooklyn (1951). A ello siguió una carrera importante, donde hizo musicales con estrellas como Cliff Richard, Barbra Streisand o Vivien Leigh. Inevitablemente, eso le condujo a Hollywood, donde se inició desarrollando la coreografía de Carmen Jones (Carmen Jones, Otto Preminger, 1954), y más adelante pasaría a la dirección con Adiós, Mr. Chips (Goodbye, Mr. Chips, 1969), versión musical de la novela de James Hilton. Después haría algunas comedias o dramas, o también la curiosa El fin de Sheila (The Last of Sheila, 1973), basada en unos juegos de rol que celebraban Anthony Perkins y Stephen Sondheim en sus casas, y a donde asistían invitados como el propio Ross, muy amante de las intrigas criminales, quien les instigó a escribir un guion basado en estas tramas que desarrollaban.

Así pues, al final tampoco resulta tan sorprendente que Ross, un coreógrafo, terminara dirigiendo una película basada en una aventura de Sherlock Holmes, dadas sus preferencias en el ámbito criminal. El film arranca con unos deliciosos títulos de crédito, ilustrados con los dibujos originales de Sidney Paget con los que se publicaron las historias de Sir Arthur Conan Doyle en el Strand. Además, en los créditos de los actores se consignan los personajes que encarnan y, en algunos casos, se añaden notas referentes a los mismos; así, por ejemplo, de Moriarty se refiere: «Matemático controvertido, su artículo “La dinámica de un asteroide” gozó de una inmensa popularidad en Europa». Tras estos, aparece un rótulo que refiere: «En 1891 Sherlock Holmes estuvo desaparecido y se le dio por muerto durante tres años. Esta es la verdadera historia de esa desaparición. Solo se han inventado los hechos».

Esto deja bien a las claras el tono de ironía que impregna la película, aunque no es una parodia, como se refiere en determinadas fuentes. Sí se percibe, al inicio, cierto dejo bufonesco que desconcierta al espectador, que luego, por suerte, se disipa, para ofrecer meros apuntes de ocasional humor refinado. Pese a ambientarse en 1891, el estilo del film, en su segunda mitad, semeja una trepidante y divertida cinta de aventuras como los que pudiera hacer Douglas Fairbanks en los años veinte del pasado siglo.

Pese a esa referida ironía, el arranque no puede ser más intenso, con Watson llegando al 221B de Baker Street y encontrándose a Holmes en estado de histeria y gimiendo sobre el peligro que representa Moriarty. Watson, que aquí es mostrado como una persona inteligente, toma cartas en el asunto y rápidamente pergeña un plan para que Holmes viaje a Viena y sea tratado de su adicción a la cocaína. Pero estando allí, otra paciente de Freud, la pelirroja Lola Deveraux (Vanessa Redgrave) dará origen una nueva aventura de Holmes.

El plato fuerte del film sin duda son las interpretaciones. Sherlock Holmes aparece el cuarto en el reparto, interpretado por el escocés Nicol Williamson, un actor shakespeariano conocido particularmente en cine por encarnar al mago Merlín en Excalibur (Excalibur, John Boorman, 1981). Aquí, dado que da vida a un adicto, al inicio se exhibe adecuadamente sobreactuado, pero cuando se controla y ejerce sus dotes deductivas da muestras de ser un Holmes de altura. A su lado, como Watson, tenemos al californiano Robert Duvall, que en un principio podría chocar en ese papel. Duvall es algo más delgado de lo que es norma en el buen doctor, pero, por supuesto, lo chocante es tener a un estadounidense en un rol tan británico. Resulta sorprendente, en ese sentido, el acento inglés que el actor se prepara, y resulta de lo más convincente, aparte del perfil templado que le aplica, lejos del arquetipo tontorrón. Añadamos a Sir Laurence Olivier como Moriarty, en una iconografía que diríase exacta a la dibujada por Paget en sus canónicas ilustraciones; en cuanto a su interpretación, excelente, se aparta sin embargo de lo que tenemos acostumbrado en ese personaje.

Imagino que algunos de los aficionados al Holmes más canónico pueden sentirse irritados por las variantes que la película ofrece con respecto a su personalidad y su mundo, aunque la novela de Meyer, por lo general, es muy valorada. La trama se muestra salpicada por muchos guiños para los aficionados, así, las alusiones a otras aventuras (véase anecdotario), la presencia de Toby, el adorable perro rastreador, o la alusión a Sigerson, un seudónimo que adopta Holmes, y que es citado en «La aventura de la casa vacía» («The Adventure of the Empty House»), definiéndolo como un explorador noruego.

Como se ha visto por lo citado más arriba, la trama se dedica a desmontar el contenido de lo que se mencionaría en el relato «El problema final» («The Final Problem»), donde se detallaba la muerte de Sherlock Holmes a manos de Moriarty en las cataratas de Reichenbach, y su posterior «resurrección» en «La casa vacía» («The Empty House»). Lo que se narra en esta película es la verdad, salvo lo que está inventado, que es todo. Se nos relatará pues su verdadera relación con Moriarty y, al final, el detective se otorga unas vacaciones, lo que se dio en llamar «el gran hiato».

A muchos espectadores ocasionales de la filmografía sherlockiana puede que les chocara la alusión a la drogadicción de Holmes, algo mencionado en repetidas ocasiones en el canon, pero ausente casi del todo hasta ese momento en el cine[2]. Puede que ese hecho, más ese tono irónico global, desconcertara al público. La película obtuvo buenas críticas, pero fue un fracaso de taquilla, lo cual impidió que se adaptara la siguiente novela de Meyer, la aún mejor Horror en Londres[3].

Herbert Ross, que a lo largo de su filmografía desarrolló una carrera no brillante, pero sí estimable, efectúa una película elegante, que aúna tenebrismo con esplendor, que tiene modales modernos con una estructura visual y narrativa que se apoya en el pasado, ofreciendo personajes chispeantes y atractivos. Su enfoque de Holmes y Watson puede que irrite a muchos puristas, pero a los que nos gusta verles en nuevas situaciones, por insólitas que fueren mientras estén desarrolladas de un modo sugestivo, satisfará de manera profusa.

Anecdotario

  • Título en Argentina y México: El caso final.
  • En 1976, la National Society of Film Critics nominó a Robert Duvall como mejor actor secundario. En 1977, la Academy of Science Fiction, Fantasy & Horror Films nominó al film en la categoría de mejor película de fantasía [sic]. Ese mismo año, en los Oscar, tuvo nominaciones a mejor guion adaptado y mejor vestuario.
  • Rodada con un presupuesto estimado de cinco millones de dólares.
  • La filmación tuvo lugar en septiembre de 1975, en localizaciones de Austria y el Reino Unido, así como en los Pinewood Studios, Buckinghamshire, Inglaterra, Reino Unido.
  • Se cortó una secuencia en la que un anciano Dr. Watson aparentemente lee la noticia de la muerte de Holmes en el periódico. Más tarde resulta ser un informe de la muerte de Sigmund Freud.

  • El guionista y autor de la novela, Nicholas Meyer, después dirigió dos películas de la saga Star Trek, y escribió otra más, donde conecta a Spock, de alguna manera, con Sherlock Holmes.
  • «The Madame Song» fue escrita por Stephen Sondheim. La melodía se grabó más tarde con el nuevo título «I Never Do Anything Twice», y apareció en el disco de Sondheim Side By Side By Sondheim. En algunas copias del film la canción fue eliminada.
  • Para la música del film fue contratado Bernard Herrmann, pero murió antes de que se terminara el rodaje.
  • El rol de Mycroft Holmes fue ofrecido inicialmente a Orson Welles.
  • Jeremy Kemp, que aparece aquí como el barón, salió también en el episodio de Las aventuras de Sherlock Holmes (The Adventures of Sherlock Holmes, 1984-1985), la serie de Jeremy Brett, titulado «La banda moteada» («The Speckled Band»), basado en el relato de Conan Doyle que es citado en esta película.

  • Otras aventuras de Holmes son referidas, así, el sabueso que le asalta en las pesadillas procede de El perro de Baskerville, y los pelirrojos que rodean su cama proceden del relato «La liga de los pelirrojos».
  • Charles Gray, que aquí interpreta a Mycroft Holmes, repitió el papel en la serie de Brett.
  • Sir Laurence Olivier interpreta a Moriarty. Dos años más tarde, le ofrecieron el papel del Dr. Watson en Asesinato por decreto (Murder by Decree, Bob Clark, 1979).
  • La actriz que interpreta a la madre de Holmes, Jill Townsend, era la entonces esposa de Nicol Williamson. En la trama hay alusiones a lo de «acostarse con la propia madre».
  • La novela fue dramatizada para la radio por Denny Martin Flinn. La adaptación se emitió en BBC Radio 4 el 9 de enero de 1993, y fue dirigida por Jane Morga, con Simon Callow como Sherlock Holmes, Ian Hogg como el Dr. Watson, Karl Johnson como Sigmund Freud, David King como el profesor Moriarty, Philip Voss como Mycroft Holmes, Matthew Morgan como el barón von Leinsdorf, Melinda Walker como Nancy Osborn Slater, Geraldine Fitzgerald como la baronesa von Leinsdorf y Wolf Kahler como Hugo von Hoffmansthal. La adaptación radiofónica fue más fiel a la novela que la cinematográfica.
  • Estrenada en Estados Unidos el 24 de octubre de 1976, en el Reino Unido en mayo de 1977 y en España el 25 de mayo de 1978.

Bibliografía

Elemental, Dr. Freud: solución al siete por ciento; por Nicholas Meyer; traducción de Rolando Costa Picazo. Esplugas de Llobregat, Barcelona: Plaza & Janés, 1978. Colección: Libros Reno; nº 580. T.O.: The Seven-Per-Cent Solution (1974). 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ***½

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] Aquí todo arranca por medio del personaje que interpreta Vanessa Redgrave. En el libro, el secuestrado es un hombre, otro paciente de Freud, y toda la trama se implica en frustrar una guerra mundial, lo cual se evitará… en parte.

[2] El único antecedente se da en el film The Hound of the Baskervilles [tv/dvd/bd: Sherlock Holmes y el perro de Baskerville, Sidney Landfield, 1939], donde, al final, el detective exclamaba: «Oh, Watson, la aguja». La censura cambió la frase en su día, pero en la restauración de 1975 se devolvió el audio original. En el doblaje español habitual, hecho para televisión, se hace un comentario anodino, pero en la versión en DVD de 39 Escalones, en los subtítulos, se restaura también la frase referida.

[3] En ella, más o menos, se alude a Jack el Destripador y Drácula, con participación como personaje de Bram Stoker. La tercera novela, El ángel de la música, se centra en el Fantasma de la Ópera, y sin embargo es muy mediocre (yo no terminé la lectura). Las dos siguientes son inéditas en España, y tratan, respectivamente, el tema del ficticio libro Los protocolos de los sabios de Sion, y una intriga egipcia con la intervención de Howard Carter.