En un planeta de una galaxia lejana hay problemas de sobrepoblación. Es un reflejo exacto de la Tierra, inclusive las personas que allí existen son duplicados de las de aquí. La intención es invadir nuestro planeta dentro de veinticinco años, y en el lapso ir enviando aquí a suplantadores de determinadas personas para ir escalando puestos de poder. Dos de los elegidos son el dúo musical Juan y Junior.

Dirección: Pedro Olea. Producción: Cinematográfica Ronte S.A., Compañía Española de Propaganda, Industria y Cinematografía S.A. (CEPICSA). Director de producción: Jesús R. Folgar. Guion: Pedro Olea, Juan Antonio Porto, según una historia de Juan García Atienza, P. Olea, J. A. Porto. Fotografía: Manuel Rojas. Música: Juan & Junior, con arreglos de Rafael Ferro. Montaje: José Antonio Rojo. Decorados: Wolfgang Burmann, Pablo Runyan. Intérpretes: Juan Pardo (Juan), Junior [Antonio Morales] (Junior), Maribel Martín (Alicia), Francisco Merino (Ulises), David Areu (estudiante de filosofía), Erasmo Pascual (relojero), Concha Rabal [acreditada como Conchita Rabal] (Elvira), María de las Rivas (pitonisa), Julio Peña (especialista / Don Federico Souto), Joaquín González (guitarra solista), Juan Martínez (trompetista), José María Moll (batería), Jorge Paps (saxofonista), Bill Robinson (bajista), Judy Matheson (periodista)… Nacionalidad y año: España 1970. Duración y datos técnicos: 87 min. – Eastmancolor – 1.78:1 – 35 mm.

 

Pedro María Olea Retolaza, esto es, Pedro Olea, nacido en Bilbao en 1938, es uno de los mejores directores de nuestro cine. Estudió económicas en Madrid, pero se pasó a estudiar en la Escuela Oficial de Cine hasta 1964 y luego se reubicó en TVE, donde hizo prácticas[1]. A algunos les chocará ligar su nombre a una trama de ciencia ficción, pero lo cierto es que Olea siente interés por el fantástico y el terror: su primer corto dentro de la EOC fue El parque de juegos (1963), basado en un relato de Ray Bradbury[2]. Su primer largometraje sería el drama Días de viejo color (1967), premiado ese mismo año por el Círculo de Escritores Cinematográficos. A continuación rodaría la presente, y después su primer gran éxito de crítica, El bosque del lobo (1970), una estupenda fábula que bascula entre la crónica histórica y el fantástico. Basculando entre la fantasía, la ciencia ficción o el terror, en sus múltiples acepciones, Olea también tiene el mediometraje Anabel (1963/1964)[3], La casa sin fronteras (1972), No es bueno que el hombre esté solo (1973), Akelarre (1984) y el episodio «La leyenda del cura de Bargota» (1989) de la serie Sabbath.

En sus inicios, a Olea se le encargó hacer una película para lucimiento del grupo Los Brincos, una banda de rock fundada en 1963, y cuyos componentes eran Fernando Arbex (batería), Manuel González (bajo eléctrico), Juan Pardo (voz y guitarra eléctrica) y Antonio Morales Junior (voz y guitarra eléctrica). Su formación fue inestable y tuvo diversos cambios, hasta que el grupo terminó disolviéndose en 1971. Todo ello hizo que la película a rodar se fuera postergando. Juan y Junior habían estado con anterioridad en Los Pekenikes, y en febrero de 1967 se separaron de Los Brincos para formar el dúo Juan y Junior. Tampoco tuvieron un recorrido muy largo, editaron ocho sencillos y un LP, pero tuvieron mucho éxito. El dúo se separó cuando Juan Pardo corrigió una grabación de Junior con su propia voz, y ambos optaron por una carrera en solitario, más larga la de Pardo.

Así pues, con todas estas idas y venidas, el largometraje propuesto se iba postergando. Y, al final, el guion previsto fue remozado para que los protagonistas fueran en exclusiva Juan y Junior, y el estreno tuvo lugar cuando el dúo ya se había separado. El resultado es a todas luces chocante. Puede que la idea de convertir a Juan y Junior en unos extraterrestres carentes de emociones estuviera destinada a jugar con la inexpresividad de los cantantes devenidos en actores, quién sabe. Para ello se sirven de una idea de la ciencia ficción muy habitual y que resulta muy económica, la suplantación de seres humanos por alienígenas. En este caso tenemos un planeta lejano, llamado Nicro, con la curiosa idea de que es un mundo espejo respecto al nuestro, donde hay un duplicado de cada uno de los terrestres. Juan y Junior tienen esos dobles, y más adelante también veremos que el especialista extraterreno en la Tierra tiene también un sosias en nuestro planeta que es profesor de «astrología», en un sorprendente error del guion, e idea sugestiva de la que luego los guionistas se olvidan.

Precisamente los guionistas son otro de los elementos curiosos del filme. Aparte de Olea tenemos a Juan Antonio Porto, quien también colaboraría con Olea en los libretos de las citadas El bosque del lobo y La casa sin fronteras, esta última una ciencia ficción con resonancias alegóricas. Y como argumentista se cuenta con Juan García Atienza, quien también estudiara en la Escuela Oficial de Cine, y que desarrollaría dos carreras paralelas, que se unían en ocasiones. Por un lado, la de documentalista, por otro, la de escritor. En la segunda de las especialidades escribió muchos relatos de ciencia ficción, pero acabó especializándose en ensayos de paraciencias. En el cine, su único largometraje de ficción fue Los dinamiteros (1962), y luego rodaría muchos documentales para televisión sobre los fenómenos extraños. Era también un amplio estudioso de la España mágica[4], y da la impresión de que los datos turísticos que se ofrecen a lo largo del film sobre Santiago de Compostela, donde transcurre gran parte de la película, procedan de él.

Juan y Junior… en un mundo diferente (1969) arranca en el planeta Nicro, donde un especialista (interpretado por Julio Peña) alecciona a un grupo de extraterrestres y, de paso, informa al espectador de lo que acontecerá. Piensan reemplazar a un dúo musical de moda por sus duplicados extraterrestres, y entonces tienen entrada en la sala Juan y Junior. La acción pasa a la Tierra, donde vemos a la pareja musical ensayando con su banda en Santiago de Compostela. Juan, que es de allí, se reencuentra con una antigua compañera de estudios, Alicia (una también inexpresiva Maribel Martín). Junior es más bien un picaflor, y tontea con toda muchacha que se encuentre por la calle.

Toda esa parte no es muy diferente al de otras películas españolas de la época referentes a algún cantante o grupo pop, como pudieran ser las que protagonizaran el Dúo Dinámico o Raphael. No es una comedia alocada, como Dame un poco de amooor…! (1968), de José María Forqué, con Los Bravos —y una rareza psicotrónica muy recomendable—, sino más bien una especie de melodrama al estilo de La vida sigue igual (1969), de Eugenio Martín, con Julio Iglesias, con un tono ligero, pero sin humor salvo dos detallitos, y con las canciones que el grupo ensaya intercaladas en la trama, sin ninguna incidencia argumental.

La película termina resultando tan apagada como sus propios protagonistas. El primero en ser suplantado es Junior, en una escena anonadante, pues es asesinado y su cuerpo disuelto con una sustancia extraña. Después, el reemplazado es Juan, en una escena excelente, donde, en plena noche y en una plaza solitaria, el cantante ve aproximarse a él a Junior acompañado… de él mismo. Luego sucede lo que cualquiera puede sospechar: dentro de sus nuevas identidades, los extraterrestres van conociendo las emociones humanas. Juan se enamorará de Alicia, mientras que Junior se sentirá cautivado por el ambiente de compañerismo y amistad que le ofrecen.

En medio de ese melodrama con canciones, algo mustio, lo más interesante son esos interludios fantásticos. También es digna de destacar la escena en la que el representante del dúo, Ulises (Francisco Merino), es reemplazado. Está en un pasillo y oye que alguien le llama; se da la vuelta y desaparece del encuadre, y entonces Olea comienza a hacer un travelling por el pasillo vacío, que avanza lentamente hacia donde ha desaparecido; tras varios segundos, Ulises reaparece, pero ya sabemos que no es él.

La película acaba bruscamente, sin más explicaciones. Todo hace sospechar que los planes de invasión siguen adelante. ¿Cuántos extraterrestres infiltrados entre los altos cargos mundiales tendremos ya en la Tierra?

 

Anecdotario

  • Los exteriores del film fueron rodados en Santiago de Compostela, A Coruña, así como en Isla de la Toja; Playa de la Lanzada, en El Grove; y Pazo de Oca; todo ello en Pontevedra.
  • Las canciones que aparecen en el film, todas compuestas e interpretadas por Juan y Junior, son: «Say You’ll Gonna Give»; «Me Nothing But Love»; «Tus ojos»; «One Other Day»; «Todo lo que el viento se llevó»; «Tiempo de amor»; «Anduriña».
  • Voces de doblaje: Luis Varela (Juan Pardo), José Moratalla (Junior), Fernando Mateo (David Areu), Mayte Santamarina (Conchita Rabal), Pilar Calvo (María de las Rivas), Carlos Revilla, Ángel María Baltanás…
  • Estrenada en España hacia el 11 de agosto de 1970, en Madrid. 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: **

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] Entre lo que allí trabajó, fue en el programa musical Último grito (1968-1970), donde también participaba Iván Zulueta. Esta experiencia, sin duda, debió servirle para rodar los números musicales del presente filme, en especial el último de ellos, de una psicodelia muy de la época.

[2] «The Playground». Aparecido originalmente en Esquire en 1953, e incluido por primera vez en formato libro en Fahrenheit 451 (1953). En castellano como «El parque de juegos» en Fahrenheit 451; de Ray Bradbury; traducción de Francisco Abelenda. Barcelona: Minotauro, 2005. Tambuén se ha traducido como «El parque infantil» y «El patio».

[3] Para conocer más tanto de El parque de juegos como de este, véase mi artículo «El cine fantástico del IIEC-EOC»: El cine fantástico del IIEC-EOC – La abadía de Berzano

[4] Precisamente, Guía de la España mágica: las rutas secretas de la sabiduría (1981) es una de sus obras más reconocidas. Tiene una reciente reedición por parte de Edaf en 2022, lo cual confirma su éxito.