En los años cincuenta, un dibujante de cómics hace uso de un libro maldito para inspirarse, lo cual ocasiona que el monstruo que crea salga a la vida real. Treinta años después, donde aquél habitó hay ahora una residencia para artistas, y una dibujante que lo admira va allí con el fin de homenajear su obra usándolo como base de estímulo.
Dirección: John Carl Buechler. Producción: Empire Pictures, Dove Corporation Ltd. Productor: Bob Wynn. Productor delegado: Charles Band. Guion: Don Mancini [acreditado como Kit Dubois]. Fotografía: Sergio Salvati. Música: Carl Dante. Montaje: Barry Zetlin. Diseño de producción: Beatrice Arweiler, Angelo Santucci. FX: John Carl Buechler (diseñador y creador de las criaturas), Mechanical and Makeup Imageries (efectos especiales de las criaturas). Intérpretes: Debrah Farentino [acreditada como Deborah Mullowney] (Whitney Taylor), Brian Robbins (Phillip Lemley), Vince Edwards (Norman Meshelski), Jeffrey Combs (Colin Chlidress), Yvonne de Carlo (Mrs. Briggs), Pamela Bellwood (Amanda), Miranda Wilson [acreditada como Cheryl Ann Wilson] (Lisa), Michael Deak (la criatura), Floyd Levine (taxista). Nacionalidad y año: Estados Unidos 1987. Duración y datos técnicos: 77 min. – color – 1.85:1 – 35 mm.
La Empire fue una productora especializada en llevar a cabo películas fantásticas de bajo presupuesto con destino a los videoclubs. Algunas de sus obras lograron ser estrenadas en salas de cine, independientemente de sus calidades, como Ghoulies (Ghoulies, 1985), de Luca Bercovici, Presidio (Prison, 1987), de Renny Harlin o Robot Jox (Robot Jox / Robojox, 1990), de Stuart Gordon, pero la mayor parte, como dijimos, era carne de videoclub, para que los aficionados sin prejuicios se administrasen semana tras semana; unas eran divertidas y simpáticas, otras muchas no tanto.
El morador de las tinieblas / Criaturas al acecho (Cellar Dweller, 1987) pertenece al último de los grupos. Con una idea raquítica que no da para un largo, el inicio es un prólogo ambientado en los años cincuenta del pasado siglo, para después saltar treinta años y contarnos, en cierto modo, otra vez lo mismo, pero estirado hasta alcanzar un metraje más o menos standard. Así, si en el proemio tenemos a un dibujante de cómics (el actor fetiche de la casa Jeffrey Combs) que, por medio de un libro maldito, estilo Necronomicon, hace que sus dibujos cobren realidad, con el consiguiente fastidio que de ello se deriva, cuando la acción tiene lugar en el presente se nos muestra a una dibujante de cómics (percíbase el sutil cambio de sexo) que llega al mismo lugar.
Sin embargo, ahora la edificación ha sido convertida en una residencia para artistas, donde éstos acuden para perfeccionar su arte. Así, aparte de la protagonista, tenemos un adolescente pintor abstracto, un antiguo detective que ahora quiere convertirse en Raymond Chandler, una actriz-bailarina, una autora de video-arte, antigua enemiga de la protagonista, y la profesora de todos, una señora venerable que parece entender de arte aún menos que todos sus alumnos, y encarnada por la mítica Yvonne de Carlo.
La mayor parte del metraje, pues, se rellena en exhibir las relaciones entre estos personajes, los cuales llegan a tal indigencia psicológica que uno no sabe si pretenden ser parodias de lo que representan, o el guionista ha sido incapaz de ofrecerles mayor empaque. A todo esto, el referido libretista no es otro que Don Mancini, futuro creador de Chucky, el muñeco asesino, pero que aquí ha decidido ampararse bajo el seudónimo de Kit Dubois, acaso avergonzado por la labor desempeñada, o desvinculándose de ese modo del proyecto.
La dirección corre a cargo de John Carl Buechler, un hábil creador de efectos especiales, teniendo en cuenta las limitaciones presupuestarias sobre las cuales solía trabajar, devenido en pésimo realizador[1]. Y es que para narrar una historia, aunque sea una patochada como la presente, hay que saber hacer algo más que decir «acción». Pues en esta obra no hay dirección de actores, ni puesta en escena, ni una mínima capacidad para narrar, crear ambientes, emocionar, otorgar de ritmo a la historia.
Durante el rodaje
Una absoluta mediocridad, pues, que solo aporta cierto provecho cuando se ve a la protagonista dibujando, momentos que tributan un tono documental de interés, o las apariciones del monstruo, que brindan cierto sentido de sano cachondeo del que carece el resto del filme.
Anecdotario
- Rodada en febrero de 1987 en Italia, en diez días.
- El guion original de Mancini era mucho más complejo, y su director lo describe como «una mezcla entre La rosa púrpura del Cairo y La cosa, totalmente infilmable en diez días, así pues se rehízo hasta hacer… lo que salió».
- Los dibujos de cómic que realiza el personaje de Jeffrey Combs en realidad fueron hechos por Frank Brunner, espléndido dibujante ahora un poco olvidado.
- Debut cinematográfico de Miranda Wilson (acreditada como Cheryl Ann Wilson) y única escena de desnudo de su carrera. Aceptó desnudarse para conseguir al fin un papel en una película. Según se dice, el director quería filmar su figura completa de perfil y de espaldas para que coincidiera con las ilustraciones mostradas durante esa escena, pero Wilson se negó diciendo que solo permitiría que la cámara la mostrara de cintura para arriba.
- Debut también de Debrah Farentino.
- En los créditos finales, antes del reparto figura la frase «A Good Cast is Worth Repeating», es decir «Un buen reparto merece repetirse», que es lo que aparecía en las películas clásicas de la Universal.
- Estrenada en Estados Unidos directamente en vídeo el 20 de septiembre de 1988. En España se ofreció por igual medio, en el mismo 1988, por parte de Internacional Video y Electrónica, como El morador de las tinieblas, y también ha tenido alguna edición como Criaturas al acecho.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: *
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] Esta es su tercera película de un total de catorce que hizo, dos de ellas para televisión.