Paul Giamatti está atravesando una crisis artística. Cuando oye que una empresa ofrece la posibilidad de guardar tu alma durante una temporada cree que esa puede ser la solución a sus problemas existenciales.

Dirección: Sophie Barthes. Producción: Samuel Goldwyn Films, Two Lane Pictures, Winner Arts, Journeyman Pictures, Touchy Feely Films, Memento Films Production, Arte France Cinéma. Productores: Daniel Carey, Elizabeth Giamatti, Paul Mezey, Andrij Parekh, Jeremy Kipp Walker. Co-productor: Alexandre Mallet-Guy. Productores delegados: John Hynansky, D.J. Martin, James A. Shifren. Productora ejecutiva: Natalya Smirnova. Guion: Sophie Barthes. Fotografía: Andrij Parekh. Música: Dickon Hinchliffe. Montaje: Andrew Mondshein. Diseño de producción: Beth Mickle. Intérpretes: Paul Giamatti (Paul Giamatti), Armand Schultz (Astrov), Michael Tucker (director teatral), Dina Korzun (Nina), Ted Koch (oficial del INS), Oksana Lada (Sasha), Natalia Zvereva (mula rubia), Larisa Bell (cantante rusa), Anna Dyukova (Olga), Charles Techman (portero de la tienda de almas), Lauren Ambrose (Stephanie), David Strathairn (Dr. Flintstein), Laura Heisler, Brienin Bryant, Charlotte Mickie, Rebecca Brooksher, Henry Stram, Herb Foster, Boris Kievsk, Sergey Kolesnikov, Katheryn Winnick, Alex Adamov, Emily Watson, Lisa Emery, Mimi Lieber, Yevgeniy Dekhtyar… Nacionalidad y año: Estados Unidos, Francia 2009. Duración y datos técnicos: 101 min. – color – 1.85:1 – 35 mm.

 

Cold Souls (2009) está escrita y dirigida por Sophie Barthes y erigida en honor de Paul Giamatti, acompañado de un buen reparto encabezado por David Strathairn, Dina Korzun, Katheryn Winnick o Emily Watson como la esposa de Giamatti, ésta muy arrinconada en los créditos.

Realizar una película de carácter fantástico protagonizada por un actor que hace de sí mismo y donde todo pivota a su alrededor ya se hizo en Cómo ser John Malkovich (Being John Malkovich, 1999), de Spike Jonze. Ahora, el agasajado es Paul Giamatti, quien interpreta a Paul Giamatti en Cold Souls, cuya máxima responsable, Sophie Barthes, nació en Francia y se crio en el Medio Este y Sudamérica. La cineasta debutó en Ucrania con el corto Zimove vesilya (2004), que co-dirigió con Andrij Parekh, también escrito por ella, al que siguió otro corto, Happiness (2006), una co-producción entre Estados Unidos y Francia, como la presente, y escrita y dirigida por ella. Después del presente dirigió un par de cortos, el largo Madame Bovary (Madame Bovary, 2014) y, mucho después, una comedia de ciencia ficción, The Pod Generation (2023). Estas «Almas gélidas», pues, son su debut en el campo del largo, que procede de un sueño que contó Woody Allen, y en que veía su alma con el aspecto de un garbanzo, de ahí posiblemente el enorme aspecto que la película ofrece con un posible filme escrito y dirigido por el maniático cineasta neoyorquino, algo que a cualquiera que la vea no pasa desapercibido, aún sin conocer el origen de la idea.

Aquí se nos ofrece una clínica que extirpa las almas de los pacientes como si fueran un vulgar quiste; no solo eso, sino que se pueden alquilar otras por un período de tiempo, o dejar la propia almacenada simplemente, como en un guardamuebles, cuando molesta o incomoda. Idea semejante podría dar lugar a distintas películas con muy diferentes enfoques, así podría deparar una comedia surrealista desternillante, o derivar en una reflexión de ecos bergmanianos acerca de lo que puede suponer el alma y lo que representa la carencia de esta.

Lo que Sophie Barthes nos depara es algo que picotea en todas partes, sin decidirse por nada, siendo una obra indecisa que, a los escasos minutos de poner sobre el tapete la cuestión que dirime, se agota y cierra sobre sí misma, dando palos de ciego por todo el metraje. Ello cabe unirlo a ideas tan elementales y pueriles como ese bloqueo que sufre Giamatti para interpretar a Chejov; sin embargo, al recibir el alma de una poetisa rusa será capaz de ensayar una escena con una convicción estremecedora.

También disponemos de una reflexión sobre la inmigración rusa que, dentro del contexto de la historia, parece como muy postiza y fuera de lugar. Así pues, la cinta ni funciona como comedia fantástica ni como parábola moral, ni social, ni como nada, vagando su trama, en el ámbito narrativo y geográfico, de un rumbo a otro sin encontrar su lugar. Así pues, el que Paul Giamatti se extraiga el alma, con el aspecto de un garbanzo en remojo, y los problemas que de ello se deriva, a lo que conduce es a una digresión monótona, aburrida y redundante.

Queda, desde luego, un reparto funcional y bien llevado, donde cabe destacar un estupendo secundario de esos cuyo rostro a todos nos suena, pero del que pocos conocen su nombre, David Strathairn, que encarna al doctor Flintstein, y, sobre todo, un Paul Giamatti inmenso e inconmensurable, que aprovecha este vehículo de lucimiento dando oportunidad, gracias a esos juegos con las almas que se trae entre manos, para aportar muy distintos matices que maneja con una facilidad pasmosa. Solo por él merece la pena ver esta fallida cinta independiente que pretende abarcar mucho más de lo que alcanza.

 

Anecdotario

  • Título en Argentina: Intercambio de almas. Título en México: Almas congeladas.
  • En 2009, en el Festival de Cine de Hamburgo Sophie Barthes obtuvo el premio de la crítica, y en el de Tirana el del público. En el de Karlovy Vary, Paul Giamatti fue premiado como mejor actor, ex aequo junto a Olivier Gourmet por Un ange à la mer (2009), y Sophie Barthes tuvo una mención especial.
  • Exhibida en un montón de festivales, entre ellos el Nocturna de Madrid y el de Sitges.
  • Amén del sueño referido de Woody Allen, el film también se inspira en el libro de ensayos Modern Man in Search of a Soul (1933) de Carl Gustav Jung.
  • Estrenada en Estados Unidos, de forma limitada, el 7 de agosto de 2009, y en Francia el 5 de mayo de 2010. En España, salvo error, permanece inédita.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: *½

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra