Anthony Lawrence es un pianista virtuoso. Durante un concierto, al que asiste su hija Patricia y el prometido de esta, ella percibe que, desde otro palco, un hombre la mira insistentemente. Se trata del doctor Igor Markoff, que va acompañado por su ayudante Maxine, y que ve en Patricia la viva imagen de su esposa muerta. Decidido a que la muchacha sea suya, iniciará un plan diabólico para hacerse con ella.

Dirección: Sam Newfield. Producción: Sigmund Neufeld Productions para Producers Releasing Corporation (PRC). Productor: Sigmund Neufeld. Guion: Pierre Gendron, Martin Mooney, [Nell O’Day, sin confirmar], según una historia original de Larry Williams [acreditado como Lawrence Williams]. Fotografía: Robert E. Cline [sin acreditar]. Música: Albert Glasser. Montaje: Holbrook N. Todd. Escenógrafo: Paul Palmentola. FX: Maurice Seiderman (maquillaje). Intérpretes: J. Carrol Naish (Dr. Igor Markoff), Ralph Morgan (Anthony Lawrence), Tala Birell (Maxine), Wanda McKay (Patricia Lawrence), Terry Frost (Bob Blake), Glenn Strange (Steve, el gigante), Alexander Pollard (Grant, el mayordomo), Sam Flint (Dr. Adams), Ray Corrigan (gorilla)… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1944. Duración y datos técnicos: 62 min. – B/N – 1.37:1 – 35 mm.

 

No son pocas las películas producidas por Sigmund Neufeld y dirigidas por su hermano Samuel Neufeld, más conocido como Sam Newfield, aunque también utilizó los seudónimos de Sherman Scott y Peter Stewart debido a su desbordante productividad. Efectivamente, llegó a dirigir alrededor de 250 títulos entre la época muda y 1958 —la mayoría wésterns—, con cintas destinadas a las compañías del Poverty Row[1], en particular Producers Releasing Corporation, o PRC. Esta llevaba diecisiete meses sin estrenar una película de terror; algunas de las previas, todas por parte de Newfield, fueron The Invisible Killer (1939) —donde firmaba como Sherman Scott—, The Mad Monster (1942), The Black Raven (1943), Dead Men Walk (1943) o también podríamos citar Nabonga [dvd: Nabonga, 1944], aunque esta es en esencia una aventura selvática, aderezada por un gorila.

Para cubrir esa laguna se llevó a efecto esta The Monster Maker (1944), película muy en la línea de las que solía hacer el equipo Neufeld/Newfield en lo que respecta a la temática, con clara afluencia de científicos locos, ya fueran interpretados por J. Carrol Naish, como en la presente ocasión, donde da vida a un endocrinólogo experto en glándulas, o George Zucco, habitual en la filmografía de los hermanos. En este caso parten de un guion escrito entre Pierre Gendron[2] y Martin Mooney[3], a partir de un argumento de Larry Williams[4].

La trama se apoya fuertemente en una estructura melodramática, sustentada en particular por la obsesión que el doctor siente por la hija del pianista, y en el complot que urde con el fin de hacerse con ella. Markoff —muchos científicos locos solían tener nombres eslavos, por algún motivo— es un experto en el estudio de la acromegalia, aunque en realidad le usurpó el nombre a otro hombre de ciencia. Por increíble que parezca (en rigor, es imposible) dispone de un compuesto que, inyectado, es capaz de provocar la enfermedad; lo ha probado con un animal con el que está experimentando, y ahora se lo inducirá al pianista, para de este modo tener un ancla emocional con el cual presionar a la muchacha.

Acción, lo que se dice acción, hay muy poca. Markoff mantiene en una jaula a un gorila —el habitual para estos menesteres Ray ‘Crash’ Corrigan—, pero este funciona solo a modo de comparsa para una escena, acaso la mejor, cuando el científico lo suelta para que mate a su ayudante, que se ha vuelto algo molesta. El simio entra en la habitación para asesinarla y, en un plano glorioso, vemos la sombra del animal proyectarse sobre la cabecera de la cama. Sin embargo, el crimen será evitado por el intrépido y apuesto Ace, el perro maravilla, en una elipsis obvia dado que resultaba complicado coordinar una escena de enfrentamiento entre el can y el gorila.

Lo más llamativo es el comportamiento algo errático de los personajes. Markoff, en ocasiones, parece ejercer una suerte de influencia hipnótica, al menos con su ayudante Maxine. Esta le es fiel pese a los crímenes que sabe que ha cometido, y lo ama con devoción, aún con su maldad, si bien el hombre la desprecia de forma constante. Ella amenaza con denunciarle a la policía en varias ocasiones, pero él la doblega con sorprendente facilidad. En una escena, él la envía a hacer un recado y todo sugiere que ella aprovechará para llevar a cabo alguna acción; sin embargo, regresa sin más.

El resultado es una trama torpe y anquilosada, que apenas progresa. El gorila está desaprovechado, al igual que Glenn Strange, habitual como monstruo en este tipo de cintas, relegado a una especie de ayudante grandote llamado Steve, pero que en los créditos es identificado como «el gigante». Parece que la historia cobrará impulso cuando el pianista comienza a mostrar signos de acromegalia, pero eso tampoco se desarrolla mucho. El clímax es terrible, resuelto off-screen, y de pronto todo ha acabado. Ni siquiera se recurre al gorila para desatar el desenlace y acabar con el científico loco y el laboratorio. La dirección de Newfield, por lo demás, es tan paupérrima como el resto de la producción, aunque los actores muestran cierta solvencia.

 

Anecdotario

  • Título de rodaje: The Devil’s Apprentice.
  • Título en México: El creador de monstruos.
  • Obtuvo una B de la Legión de la Decencia debido a su «excesiva crudeza».
  • El mismo barómetro de pared y la estatuilla de elefante que se ven en la oficina del Dr. Markov también se pueden ver en la oficina del Dr. Adams.
  • Ace, el perro maravilla, aparece en pantalla como «él mismo». Se trata de un hermoso pastor alemán que trabajó entre 1938 y 1946 en diversas películas y seriales. Debutó con Blind Alibi (Lew Landers, 1938), de la RKO; participó como Devil en el serial The Phantom (B. Reeves Eason, 1943) y fue Rusty en The Adventures of Rusty (Paul Burnford, 1945), la primera entrega de ocho películas protagonizadas por un perro, pero no repitió en las siguientes. Su última película fue el wéstern God’s Country (Robert Emmett Tansey, 1946).

  • Este fue el primer trabajo para el cine del compositor Albert Glasser, por el cual fue pagado con 250 dólares.
  • Maurice Seiderman, el maquillador, fue un regular en películas de Orson Welles como Ciudadano Kane (Citizen Kane, 1941), Macbeth (Macbeth, 1948) y Sed de mal (A Touch of Evil, 1958), y también trabajó en Bride of the Monster [dvd/tv: La novia del monstruo], de Ed Wood Jr.
  • Sam Newfield nació el 6 de diciembre de 1899 en la ciudad de Nueva York y falleció en Los Ángeles el 22 de enero de 2012.
  • La película está en dominio público en los Estados Unidos.
  • En el episodio #1.9 de la serie humorística Muchachada nui, en el segmento «Mundo Viejuno: Operaciones de estética» (2007), se utilizan imágenes de esta película.
  • Estrenada en Estados Unidos el 15 de abril de 1944. En España no me consta su exhibición, aunque en la base de datos del IMDb figura como título en nuestro país el mismo que tuvo en México.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: *½

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] Término coloquial para referirse a los pequeños estudios de Hollywood que produjeron películas de serie B desde la década de 1920 hasta la de 1950, normalmente con presupuestos mucho más reducidos y valores de producción inferiores a los de los grandes estudios.

[2] Actor de cine mudo que desarrollaría una breve carrera como guionista, su película más interesante en ese sentido sería Bluebeard [tv/dvd: Barba Azul, Edgar G. Ulmer, 1944], siendo su sexta y última labor Fog Island (Terry O. Morse, 1945).

[3] Productor, y sobre todo guionista, muy activo, en particular con muestras de cine criminal —Agente especial (Special Agent, William Keighley, 1935), Bullets or Ballots [tv/dvd: Balas o votos, W. Keighley, 1936], El cura del penal (Mutiny in the Big House, William Nigh, 1939)…—. De hecho, la presente es su única película del género.

[4] Otro habitual actor, que llevó a cabo una discreta carrera como guionista, debutando con la presente y centrando el resto de su carrera en ese aspecto en series de televisión, ninguna en el género, desde luego.