Ramiro tiene ambiciones poéticas, pero al final solo consigue un trabajo de locutor de radio anunciando cuartos de pollo. Su mejor amigo es Teófilo. Un día, ambos hacen un pacto, no muy tomado en serio por el segundo: el primero que muera se aparecerá al otro para guiarle y aconsejarle. Teófilo muere en un accidente de coche, y se le empieza a aparecer encarnado en otros objetos o seres, aconsejándole, pero Ramiro no le hace mucho caso…

Dirección: José Luis Sáenz de Heredia. Producción: Estudios Ballesteros. Directores de producción: Eduardo de la Fuente, José Ramón Lomba. Guion: José Luis Sáenz de Heredia, Wenceslao Fernández Flórez, según la novela corta de W. Fernández Flórez. Fotografía: Hans Scheib. Música: Manuel Parada. Montaje: Julio Peña. Decorados: Luis Santamaría. FX: Ramiro Gómez [acreditado como Rago] (efectos especiales). Intérpretes: Rafael Durán (Ramiro Arnal), María Esperanza Navarro (Valentina), Fernando Fernán Gómez (Teófilo Dueñas), Milagros Leal (Benita Arnal), Mary Lamar (Elena Losada), Nicolás D. Perchicot (El Destino), Gabriel Algara (marqués), Vicente Marí (Jorge Alcántara), José Ramón Giner (Gorróstegui), José Franco (notario), Manolo Morán (Rufino Quintana), Manuel París (profesor), Joaquín Bergía (Ignacio), Francisco Delgado Tena, Carlos Fuentes Peralba, Manuel Arbó, Félix Fernández, Eduardo Montesinos, Ginés Gallego, Manuel Miranda, José Luis Sáenz de Heredia, Keti del Rey, Enrique Herreros, Juana Mansó, Francisco Bernal, Antonio Martelo, José Portes, Ángel Álvarez… Nacionalidad y año: España 1945. Duración y datos técnicos: 80 min. – B/N – 1.37:1 – 35 mm.

 

Durante mucho tiempo, el género fantástico se abordó en el cine español en clave de comedia. Desde la considerada primera película de terror en nuestro país, El otro (1919), de José María Codina, basada en la novela homónima de Eduardo Zamacois (quien además protagoniza), y que hoy día se halla lamentablemente desaparecida, nuestro país, tan célebre por su desprecio por lo imaginativo, se escudaba en la ironía y el retruécano para abordar temas oscuros o irreales. En la literatura autóctona, humoristas como Enrique Jardiel Poncela o Wenceslao Fernández Flórez gustaban de introducir elementos fantásticos en su obra, y así, durante las décadas de los cuarenta y cincuenta diversos filmes adaptando sus creaciones fueron fuentes de la temática.

José Luis Sáenz de Heredia fue uno de los directores más valorados de la época, principalmente por sus adscripciones políticas, pero dejando a un lado ese hecho, lo cierto es que como cineasta era sólido y dominaba el oficio. Y además, en diversas ocasiones gustó de abordar la temática fantástica, siempre en clave de humor, eso sí. De tal manera, salvo error, la presente fue su primera aportación, a la que siguieron Todo es posible en Granada (1954) y Faustina (1957).

El Destino se disculpa (1945), que rodó inmediatamente después de su gran éxito El escándalo (1943) —un drama de época basado en Pedro Antonio de Alarcón, un autor que tocó el terror de forma seria, y al que habría que recuperar—, se basa en un texto original del citado Fernández Flórez, la novela corta El fantasma —que no se reedita desde 1954—, y en su guion participa el propio autor, versionándose de manera libre, parece ser, pues no he podido leer el relato.

El elemento fantástico tarda bastante en aparecer. Ante todo, se nos plasma la amistad entre el protagonista, Ramiro (Rafael Durán) y su fiel Teófilo (Fernando Fernán Gómez), que lo acompaña a todas partes. En el pueblo donde viven el primero escribe una obra teatral, y el segundo la interpreta, de una manera atroz, aunque toda la localidad aplaude a rabiar. Deciden trasladarse a Madrid, a probar fortuna, pero una serie de casualidades les va forjando un peculiar destino.

El Destino, con mayúscula, he ahí el protagonista a la sombra del film. O no tan a la sombra, pues el arranque del film ofrece a este, antropomorfizado en un amable ancianito (Nicolás D. Perchicot), que habla a la cámara y nos narrará la historia, revelando que él no es el culpable de lo que nos sucede, sino del propio hombre, que es el que forja su camino a lo largo de la vida. Así, una serie de circunstancias se ponen en la vía de Ramiro, que este no es capaz de ver y va tomando la senda equivocada.

El Destino se disculpa, si se hubiera rodado en Estados Unidos, sería una comedia fantástica que bien hubiera podido rodar Frank Capra, o si acaso H. C. Potter o uno de esos artesanos. En su mayor parte es una comedia amable, de tenue sonrisa, con algunos elementos de drama, no así la muerte de Teófilo, que es presentada en un peculiar tono humorístico: el actor era famoso por sus rimbombantes maneras de morir en el escenario, y ahora que le toca hacerlo de verdad, no es capaz de componer una interpretación a la altura.

Tras la muerte de Teófilo, este será invisible, por lo cual debe encarnarse en otros objetos o seres para poder ser apreciado por su amigo Ramiro. Así, se incorporará dentro de un perchero, una pequeña estatuita del Quijote, un perro o, en el momento más desquiciado, en un queso, al que veremos llorar emocionado en un instante determinado. Ello sirve para ofrecer algunos trucajes bastante bien resueltos. La primera noche que Teófilo se le aparece, cuando Ramiro ya está acostado, le arropará y le dará un beso de buenas noches. Pero el momento cumbre es el de la estatuita, que cobra vida y comenzará a moverse sobre una mesa, en una sobreimpresión bastante bien resuelta.

Cabe decirse que, en los momentos de comedia, los más logrados son los que se refieren a estas apariciones fantasmales, por definirlas de alguna manera. En el resto del film el humor es más sutil, más esquinado. Lo más curioso de la película, en todo caso, es el modo en que refleja al protagonista, Ramiro, que resulta de lo más antipático. Bien es cierto que su protagonista, Rafael Durán, en su época fue toda una estrella muy querida, pero su forma de interpretar resulta un tanto envarada visto hoy en día —en contraposición con los modos frescos con que encara su personaje Fernán Gómez—, y ese aire desabrido no consigue que conectemos con Ramiro. Pero es que, además, en muchas ocasiones es bastante borde, como cuando contesta de forma desabrida a la muchacha que le ama en secreto, Valentina (María Esperanza Navarro), o el modo en que desprecia una y otra vez los consejos de su amigo Teófilo, sin ver lo que tiene ante los ojos en todo momento.

El Destino se disculpa no consigue aprovechar todas las posibilidades que su trama promete, y se pierde muchas veces en sus intentos de navegar por mares más ortodoxos, en lugar de abandonarse a la comedia loca y la fantasía más exuberante, y la dirección de Sáenz de Heredia, si bien correcta, resulta un tanto envarada, mostrándose el realizador más inspirado en otras de sus películas humorísticas, como la maravillosa Historias de la radio (1955). Pero resulta una interesante comedia fantástica que ilustra muy bien el modo en que tenía de enfocar el género nuestro país en cierto período.

 

Anecdotario

  • En 1945 recibió el premio del Sindicato Nacional del Espectáculo, situándola en noveno lugar —en primer lugar quedó el drama histórico Inés de Castro / Inês de Castro (1944), de José Leitão de Barros—, con una dotación de cien mil pesetas.
  • El director José Luis Sáenz de Heredia efectúa un cameo haciendo de chófer.
  • Estrenada en España el 29 de enero de 1945 en Madrid, en el Palacio de la Música; en Barcelona tuvo un preestreno el 21 de febrero, y luego tuvo un estreno en salas el 1 de marzo de 1945.

 

Bibliografía

El fantasma; por Wenceslao Fernández Flórez. Madrid: Cid, 1954. Colección: La Novela del Sábado; nº 61 (año 2). Ed. original: Madrid: Atlántida, 1924. Colección: La Novela de Hoy; nº 87 (año 3). También publicada como Mi amigo el difunto.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ***

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra