Lawrence Talbot, un actor que trabaja en Estados Unidos, recibe carta de la prometida de su hermano informándole de la desaparición de éste, por lo cual regresa al hogar paterno, en los páramos de Inglaterra, para enterarse de que ha aparecido muerto. No solo eso, sino que entre los lugareños corre el rumor de que el causante ha sido un hombre lobo…

Dirección: Joe Johnston. Producción: Universal Pictures, Relativity Media, Stuber Productions. Productores: Sean Daniel, Benicio del Toro, Scott Stuber, Rick Yorn. Co-productor: Stratton Leopold. Productores delegados: Bill Carraro, Ryan Kavanaugh, Jon Mone. Guion: Andrew Kevin Walker, David Self, según el guion de Curt Siodmak. Fotografía: Shelly Johnson. Música: Danny Elfman. Montaje: Walter Murch, Dennis Virkler, Mark Goldblatt. Diseño de producción: Rick Heinrichs. FX: Rick Baker (efectos de maquillaje), Duncan Capp, John Duffy, Tom Goodman, Andrew Ryan (efectos especiales), Asregadoo Arundi, Steven Begg, Gary Brozenich, Huseyin Caner, Scott M. Davids, Mark Michaels, Adam Valdez (supervisores de efectos visuales). Intérpretes: Benicio del Toro (Lawrence Talbot), Anthony Hopkins (Sir John Talbot), Emily Blunt (Gwen Conliffe), Hugo Weaving (inspector Frederick George Abberline), Art Malik (Singh), Geraldine Chaplin (Maleva), Simon Merrells (Ben Talbot), Rick Baker, Antony Sher, Cristina Contes, Olga Fedori, Michael Cronin, David Sterne, David Schofield, Roger Frost, Rob Dixon, Nicholas Day, Lorraine Hilton, Gene Simmons…Nacionalidad y año: Estados Unidos, Reino Unido 2010. Duración y datos técnicos: 103 min. (copia de estreno) / 119 min. (director’s cut) – Technicolor – 1.85:1 – 35 mm.

 

Desde hacía tiempo la Universal iba detrás de realizar remakes de muchos de sus clásicos films de monstruos del siglo pasado. Ya hizo una versión libérrima con La momia (The Mummy, 1932), de Karl Freund, con la chusca y millonaria versión de Stephen Sommers habida en 1999, y otra más en 2017 que convendría olvidar, y desde hace mucho se oye hablar de una revisión de la deliciosa La mujer y el monstruo (Creature from the Black Lagoon, 1953), de Jack Arnold. En esta ocasión, por medio del portorriqueño Benicio del Toro, admirador del film clásico, nos llegó esta nueva versión de la célebre película dirigida por George Waggner en 1941, empapada aquélla en una muy grata atmósfera pero sin estar a la altura de los grandes clásicos habidos una década atrás.

La obra pasó no pocos percances a causa de los productores, que al parecer buscaban un filme más comercial, por lo que procedieron a cambios, filmaciones nuevas, despidos, readmisiones… Sospecho que nunca sabremos qué pudo haber sido sin esas injerencias[1], y no nos queda más remedio que juzgar los resultados tal cual aparecen de cara al espectador, analizar lo que es, no lo que pudiera haber sido. En fin, muchas injerencias, he dicho, pero me da la impresión de que, pese a todo, la película transita por unas coordenadas poco comerciales, y para gran parte de los espectadores semejará un producto rancio y desfasado, con un pie puesto en la solemnidad y otro en la serie Z. Y el caso es que al que esto firma todo ello le parece un punto positivo, no negativo.

Y es que El hombre lobo, versión siglo XXI, es una película con el ojo puesto en el cine de la Universal de la época en que se rodó su precursora; es decir, no los grandes clásicos de los treinta, sino los pastiches de los cuarenta, como Frankenstein y el hombre lobo (Frankenstein Meets the Wolf Man, Roy William Neill, 1943), o La zíngara y los monstruos (House of Frankenstein, Erle C. Kenton, 1944), pese a que en casi todo su metraje el tratamiento es de seriedad y respeto por el material originario, salvo un clímax final que alcanza el tono desquiciado de los referidos precedentes, así como el de las cómics de la Warren o la Marvel, o el cine de Jacinto Molina/Paul Naschy, con el cual mantiene más de un punto de contacto.

Sorprendentemente, la acción del filme no ha sido trasladada al presente, ni tampoco se ha mantenido en el período de la versión de Waggner, sino que ha retrocedido aún más, situándose en 1891, algo chocante cuando la ambientación de época resulta veneno para la taquilla de cara a las jóvenes generaciones, masivos asistentes a las salas de cine. Y todo ello no se ha adornado por medio de explosiones, montaje epiléptico ni personajes de electroencefalograma plano, de ahí el presumible fracaso de esta versión, por completo gozosa para los amantes de ese cine clásico que refería.

Así pues, la película se toma su tiempo para presentar unos personajes maduros en el amplio sentido del término, en desarrollar unas relaciones, en las que destaca la de un adusto y rudo padre para con sus hijos, mostrando una visión desconsoladora de la familia como eje vertebrador del cosmos en que se desenvuelven los protagonistas. Frente a ese punto de vista del linaje, tenemos otras perspectivas no menos positivas de otros grupos sociales, así el campesinado que habita en torno a la mansión Talbot, cerriles y dominados por la superstición e instigados en primer término por el sacerdote del lugar, el más fanático de todos. No queda en mejor lugar la clase médica, aquella que podría representar el progreso como contraposición al fanatismo antes referido, pues esta peca de los mismos delirios que los previos. Frente a todo ello tenemos al hombre lobo, representación de una forma de vida atávica y procedente de tiempos antiquísimos y paganos, de ahí que la conversión de Talbot se realice en un neblinoso páramo en el centro de un círculo megalítico.

La película varía de tonalidades en diversas ocasiones, y lo hace de una forma coherente, pasando de la gravedad inicial (la que mayor fidelidad arroja con respecto a la versión primitiva) a un tono más alocado con el traslado a la ciudad, para terminar con un clímax que a muchos chocará, pero que ofrece coherencia una vez asumido el tono de sana diversión que pretende adornar el conjunto. A todo ello se suman unos efectos de maquillaje prodigiosos, lógico habida cuenta de que el perpetrador es el gran Rick Baker, que ofrece un licántropo oscuro y salvaje a mitad de camino entre el de Jack Pierce y el Werewolf By Night de la Marvel. Los actores muestran sobriedad y buen hacer, con un Benicio del Toro torturado y dolido, un Anthony Hopkins rudo y desalmado, una Emily Blunt inteligente y decidida, y Hugo Weaving, un ser atormentado que va en busca de solventar un error del pasado resolviendo otra complicación del presente, en su papel del inspector Abberline, personaje real que tres años atrás investigó los crímenes de Jack el Destripador, y que es un aporte sugestivo al conjunto.

La dirección del efectivo Joe Johnston podría parecer algo académica, pero es un mal menor dentro del tono sobrio, salpicado de ocasionales efectismos, que aplica al relato, tintado en una elegante puesta en escena por medio una fotografía tenebrosa debida a Shelly Johnson, una partitura musical algo mimética por parte de Danny Elfman y un guion ligeramente disperso pero en definitiva estable obra de David Self y Andrew Kevin Walker, que este último hace transitar por ambientes y tonos que rememoran su previa labor en el Sleepy Hollow (Sleepy Hollow, 1999) de Tim Burton.

El resultado, en definitiva, no es una obra maestra, pero sí un producto muy gozoso y todo un regalo para los amantes del cine clásico que veíamos cómo una forma de narrar se iba perdiendo de forma irremisible. Que haya muchos más productos tan imperfectos como este; muchos aún lo podemos agradecer.

 

Anecdotario

  • En 2011, fue premiada en los Oscar al mejor maquillaje. Ese mismo año, la Academy of Science Fiction, Fantasy & Horror Films la premió en la categoría de mejor maquillaje, y fue candidata en las de mejor película de terror o thriller, diseño de producción, vestuario y edición especial en DVD.
  • Rodada con un presupuesto estimado de 150 millones de dólares.
  • La filmación ocupó entre el 3 de marzo y el 23 de junio de 2008, y después hubo nuevas tomas entre el 22 y el 31 de mayo de 2009.
  • El director inicialmente previsto fue Mark Romanek (Retratos de una obsesión), pero abandonó por cuestiones presupuestarias.
  • El logotipo de Universal del principio es el de los años cuarenta, como homenaje a la época en que se hizo la película original.
  • El maquillaje de hombre lobo tomaba tres horas en ser aplicado y una en ser retirado.

  • Cuando Rick Baker se enteró del proyecto fue a la Universal a solicitar realizar la labor de maquillaje; la Universal, parece ser, le tenía en mente, pero no habían sido capaces de contactar con él.
  • El oso pardo que aparece es CGI reciclado de la película La brújula dorada (The Golden Compass, Chris Weitz, 2007), donde era un oso polar.
  • Los aullidos del licántropo son realizados por diversos actores, entre ellos David Lee Roth y Gene Simmons, líder de Kiss.
  • Spin-off: Hombre lobo: la bestia entre nosotros (Werewolf: The Beast Among Us, Louis Morneau, 2012).
  • Estrenada en España y en Estados Unidos el 12 de febrero de 2010.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ***½

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

[1] En los créditos finales se puede leer que hay un asesor en Tarot, y otro en Shakespeare, pero en la película estos elementos aparecen muy de pasada, en especial el segundo, por lo que cabe conjeturar que fueron pasto de las tijeras.