En el Mar de Bering está teniendo lugar un insólito deshielo que atrae la atención de un submarino norteamericano; mientras, un científico ha descubierto unas misteriosas y útiles bayas rojas en una isla del Pacífico, la isla Farou, al este de Nueva Guinea, en la cual sus moradores adoran a un dios gigantesco. Mientras el deshielo provoca que de un iceberg surja Godzilla, un grupo de expedicionarios se traslada a la isla con el fin de hacerse con el monstruo que se supone allí habita, pues su jefe, de la Compañía Farmacéutica del Pacífico, desea exhibirlo en un programa de televisión que esponsoriza.

Dirección: Ishirô Honda. Producción: Toho. Productor: Tomoyuki Tanaka. Guion: Shinichi Sekizawa, [según el guion de George Worthing Yates, basado en el argumento de Willis O’Brien para “King Kong Versus Prometheus”, según el personaje de Merian C. Cooper y el de Shigeru Kayama]. Fotografía: Hajime Koizumi. Música: Akira Ifukube. Montaje: Reiko Kaneko. Diseño de producción: Takeo Kita, Teruaki Abe. FX: Eiji Tsuburaya, Akira Watanabe, Fuminori Ohashi. Intérpretes: Tadao Takashima (Osamu Sakurai), Kenji Sahara (Kazuo Fujita), Yu Fujiki (Kinsaburo Furue), Ichirô Arishima (sr. Tako), Jun Tazaki (general Masami Shinzo), Akihiko Hirata (primer ministro Shigezawa), Mie Hama (Fumiko Sakurai), Akiko Wakabayashi (Tamiye), Akemi Negishi (madre de Chikiro), Haruo Nakajima (Gojira), Katsumi Tezuka (Gojira), Shoichi Hirose (Kingukongu), Somesho Matsumoto, Senkichi Omura, Sachio Sakai, Haruya Kato, Nadao Kirino, Kenzo Tabu, Shin Otomo, Yoshio Kosugi, Tatsuo Matsumura. Nacionalidad y año: Japón 1962. Duración y datos técnicos: 98 min. Color 2.35:1.

Versión USA: King Kong Vs. Godzilla. Escenas adicionales: Dirección: Thomas Montgomery. Producción: R.K.O./Universal. Productor: John Beck. Guion: Paul Mason y Bruce Howard. Fotografía: Peter Zinner. Música: Hans J. Salter, Heinz Roemheld, Henry Mancini, Herman Stein, Milton Rosen, Robert Emmett Dolan. Intérpretes: Michael Keith (Eric Carter), Harry Holcombe (dr. Arnold Johnson), James Yagi (Yutaka Omura), Les Tremayne (narrador), Byron Morrow (presentador de televisión). Duración y datos técnicos: 91 min. Color 2.35:1.

   

En 1959 Willis O’Brien desarrolló un argumento en el cual el monstruo de Frankenstein se enfrentaba a King Kong, acompañado de una serie de atractivos bocetos. Este «King Kong Versus Frankenstein», después cambiado a «King Kong Versus the Ginko», ofrecía de nuevo a Carl Denham trasladando a King Kong a San Francisco, donde lo hacía enfrentarse a un monstruo creado por el nieto del doctor Frankenstein, que ha creado a la criatura mezclando partes de distintos animales, así, rinocerontes, elefantes y otros animales africanos. El clímax tenía lugar en el Golden Gate, a donde llegarían los dos monstruos tras dejar a su paso una estela de destrucción y muerte.

El productor John Beck, que trabajaba en la R.K.O., desvinculó del proyecto a Obie y lo pasó al escritor George Worthing Yates[1], quien transformó la historia y, de paso, a Frankenstein, que acabó convertido en Prometeo; en este boceto, Yates eliminó a Carl Denham de la historia y proporcionó a Prometeo una mayor inteligencia. Así, el guion definitivo acabó titulándose «King Kong Versus Prometheus», y el 2 de noviembre de 1960 se anunció públicamente como el próximo proyecto de la R.K.O. sobre el simio gigante. Sin embargo, ciertos problemas, presupuestarios lo más seguro, provocó que los planes se congelaran, hasta que surgió la posibilidad de co-producción con Japón (tras un tímido y fallido contacto con productores italianos), en concreto los estudios Toho, cuya figura señera era el monstruo radiactivo Gojira, más conocido en Occidente como Godzilla. Allí, el guionista japonés Shinichi Sekizawa tomó el trabajo de Yates y lo re-escribió en su totalidad, aunque aprovechó bastantes elementos de su trabajo.

Godzilla había debutado en pantalla en 1954 con Japón bajo el terror del monstruo (Gojira), de Ishirô Honda. Su enorme éxito mundial condujo a una inmediata secuela con El rey de los monstruos (Gojira no gyakushû, 1955), dirigida en esta ocasión por Motoyoshi Oda. Y la presente sería, pues, la tercera ocasión en que Godzilla aparecería en pantalla, la primera de ellas en color, en pantalla panorámica y sonido estereofónico, y donde se le emparejaría con otro monstruo mítico.

El mayor cambio con respecto al Kong original fue el de la altura. En la película de Schoedsack tenía quince metros, y aquí llega a los sesenta; así pues, la explicación es que éste no es aquél Kong, sino otro, casualmente llamado igual aunque sito en otra isla donde también los indígenas lo adoran; uno de los expedicionarios le llamará de pronto King Kong, sin saberse el motivo. Eiji Tusburaya era el maestro de los disfraces (suitmation sería denominada esta técnica), y en esta ocasión no sería distinto. Chocó a muchos, con todo, el aspecto grotesco e infantil que se otorgó a nuestro simio, con un rostro cuasi-deforme y cuerpo depauperado y andrajoso. Por su parte, el disfraz de Godzilla evolucionó favorablemente con respecto a las primeras películas, confiriéndole una cola de lo más flexible y que usará con habilidad en la lucha. Eso induce a pensar a muchos que Tsuburaya buscaba mofarse del producto norteamericano en beneficio del propio, máxime cuando en el mismo guion Kong aparece como un cobardica que huye o se esconde.

La película comienza con la famosa cita shakespeariana de «Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de lo que nuestra filosofía puede creer», para pasar de inmediato a un locutor de televisión que nos informa de los últimos acontecimientos[2]. En el Mar de Bering está teniendo lugar un insólito deshielo que atrae la atención de un submarino norteamericano; mientras, un científico ha descubierto unas misteriosas y útiles bayas rojas en una isla del Pacífico, la isla Farou, al este de Nueva Guinea, en la cual sus moradores —vestidos como indígenas africanos con coloridas plumas, con rasgos japoneses pero algunos de los cuales están tintados de gris— adoran a un dios gigantesco. Mientras el deshielo provoca que de un iceberg surja Godzilla[3], un grupo de expedicionarios se traslada a la isla con el fin de hacerse con el monstruo que se supone allí habita, pues su jefe, de la Compañía Farmacéutica del Pacífico, desea exhibirlo en un programa de televisión que esponsoriza.

Godzilla inicia la destrucción camino de Tokio —un científico lo compara con un salmón que remonta un río, en dirección a sus orígenes— mientras los expedicionarios se encuentran con la tribu, que es atacada por un pulpo gigante que repta por la selva, al parecer también atraído por el jugo de las bayas rojas. Y entonces hace aparición King Kong, que se enfrentará al pulpo; en los planos en solitario, el octópodo es real, deslizándose entre maquetas (en realidad, empujado e instigado con palos por el equipo técnico), mientras que en el cuerpo a cuerpo con Kong es reemplazado por un muñeco de goma; resaltemos, por lo demás, unos pocos planos en stop-motion cuando el molusco agarra con sus tentáculos algún isleño. El gorila hace huir al pulpo, y después trasiega todo el jugo de las bayas, quedando dormido, en un plano que remitirá, curiosamente, a Los viajes de Gulliver, ahora con Kong como el héroe y los humanos como los habitantes de Lilliput: una curiosa vuelta de tornas al origen del personaje, y que volverá a repetirse más adelante. Esto propicia el traslado de Kong a la ciudad, pero a mitad de camino, en una balsa gigante que lo transporta, despierta y escapa.

Con todo, el enfrentamiento es inevitable. Pero Kong huirá ante la superioridad del reptil y su aliento radiactivo. El gorila seguirá su curso hasta Tokio, donde tiene lugar el homenaje a la película clásica, tomando en su mano a la chica protagonista y encaramándose en lo alto de una edificación con cierto remoto parecido al Empire State Building, pero bastante más pequeño, el edificio del parlamento; esta es una de las más hermosas tomas del film. Resaltemos que a lo largo del mismo ha habido otras alusiones al clásico de Schoedsack, como es el diseño del poblado indígena inicial, o el ataque a un tren por parte del simio.

Kong es sedado de nuevo con vapores de las bayas, y se le lleva —nuevo guiño a Gulliver mientras es atado— en volandas con unos enormes globos amarillos hasta donde está Godzilla, produciéndose el enfrentamiento final. Los dos monstruos mantendrán una lucha que en poco se diferencia a la del héroe mexicano Santo el Enmascarado de Plata con sus contendientes. Y es que, más a menos, eso se pretendía emular; Haruo Nakajima, el coreógrafo de especialistas, declararía: «Utilicé elementos de la lucha libre profesional y movimientos del Godzilla original. Modifiqué la manera en la que se movía y eso lo hizo aún más difícil. Nadie del equipo, incluyendo a Tsuburaya, tenía ni idea de cómo coreografiar una lucha».

El gorila, una vez más, llevará las de perder, pero será revivido, cuando está al borde del desmayo, por una tormenta, pues según se nos dice la electricidad le da fuerzas… al igual que le pasa al monstruo de Frankenstein. En este sentido, es curioso cómo la idea de mezclar el mito de Kong con el de Frankenstein, por un poco descabellado que parezca, ha estado latente más de una vez. A modo anecdótico, resaltemos que King Kong se escapa se tituló en Alemania King Kong: Frankensteins Sohn (esto es, «King Kong: El hijo de Frankenstein»)[4]. Más en concreto, el díptico Furankenshutain tai chitei kaijû Baragon (1965) y La batalla de los simios gigantes (Furankenshutain no kaijû: Sanda tai Gaira, 1966), ambas de Honda, también parten de una premisa similar.

Volviendo a King Kong contra Godzilla, el resultado es una película simpática, pero lejos de lo que podría haber deparado. Es una lástima cómo, después del tono sobrio y lóbrego de las dos entregas previas de Godzilla ya citadas, aquí se optó por un tono más superficial, infantil y humorístico. En este sentido, los personajes graciosos de la trama resultan por completo insoportables —aun cuando en la versión occidental algunos de estos apuntes fueran eliminados—. De igual modo, y como una costumbre casi mayoritaria en estas producciones niponas, el argumento se ve salpicado con comentarios científicos de parvulario, y las fuerzas militares no tendrán un comportamiento mucho más maduro: «Yo soy el jefe y se hace lo que digo», clama el general ante un consejo de no atacar.

Con todo, pese a que resulte un tanto difícil calibrar en su totalidad el film a partir de la desastrosa versión norteamericana[5], se trata de un espectáculo simpático, dentro de sus limitaciones, y donde destacan momentos mágicos como el surrealista del ya mencionado ataque del pulpo, y en general toda la secuencia que transcurre en la isla de Farou, donde se aúnan toques aventureros, fantásticos y cuasi-mágicos por medio de una fastuosa fotografía en color que se recrea en las policromías más arrebatadoras. Como muy bien decía Rubén Ortiz en la excelente web española dedicada al monstruo nipón, ya desaparecida[6]: «La poesía de King Kong y la magnificencia de Godzilla juntos podría haber dado como resultado una película majestuosa y espectacular, y lo único que nos queda es una extraña comedia muy entretenida pero repleta de secuencias ridículas, efectos visuales pobres en los momentos menos indicados y un desarrollo que deja de lado totalmente la singularidad de la ocasión.»

Existía el mito de que se rodaron dos finales, uno para el público japonés, con Godzilla como vencedor, y otro con King Kong como triunfador, con destino a los espectadores occidentales. Sin embargo, no es así, y tanto en la versión nipona como la que se montó especialmente en Estados Unidos el final es el mismo… que, sin embargo, no desvelaremos, por si algún espectador futuro desea esperar a averiguarlo.

Y ahora llegamos a la ardua cuestión de los remontajes. Como hemos dicho, John Beck era el productor norteamericano, que distribuyó la película por medio de la Universal. Se escribieron nuevas escenas, dirigidas por un tal Thomas Montgomery[7], para explicar al público occidental las tomas que se eliminaron de la versión original, como numerosas secuencias de órdenes militares, que se ofrecen sin sonido, y con el presentador inicial narrando las decisiones. También hubo cambios en los diálogos, como unas fiebres selváticas que atacan a uno de los expedicionarios en el principio, transformadas en una alusión a un «dolor de callos» que se repite machaconamente sin parar. Por lo demás, también se levantará de la película la mayor parte de la excelente partitura compuesta por Akira Ifukube, habitual de la productora nipona, reemplazándola por música de archivo, en especial composiciones de Henry Mancini para La mujer y el monstruo (Creature from the Black Lagoon, 1953).

 

Anécdotas

  • Esta película presentó el rugido agudo más conocido y estandarizado de Godzilla (que en realidad era una mezcla de dos de sus rugidos originales de 1954, acelerados por varios ciclos).
  • Godzilla tiene tres dedos en esta película, en lugar de cuatro. En Japón, el número cuatro es un número de mala suerte, por lo que en sus apariciones más positivas o cómicas en el primer ciclo de Godzilla seguiría teniendo solo tres dedos. Cuando más tarde la Toho hizo a Godzilla más oscuro en los años ochenta volvió a tener cuatro dedos en los pies nuevamente.
  • Siguiente película de la saga Godzilla: Godzilla contra los monstruos (Mosura tai Gojira, Ishirô Honda, 1964).
  • Más o menos remake: Godzilla vs. Kong (Godzilla vs. Kong, Adam Wingard, 2021).
  • King Kong contra Godzilla se estrenó en Japón el 11 de agosto de 1962. En España ese estreno no tendría lugar hasta el 25 de diciembre de 1978, y por parte de una distribuidora especializada en películas infantiles. En Estados Unidos se estrenó el 3 de junio de 1963.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: **

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] George Worthing Yates (1901-1975) fue un interesante guionista. Debutó en el cine mudo y en el género del wéstern, pero durante los cincuenta fue el autor de diversas historias de ciencia ficción, iniciándose con la magistral La Humanidad en peligro (Them!, 1954) y siguiendo con, entre otras, La conquista del espacio (Conquest of Space, 1955), Earth versus the Flying Saucers [tv/dvd: La Tierra contra los platillos volantes, 1956], El gigante ataca (The Amazing Colossal Man, 1957), Attack of the Puppet People [tv: El ataque de los muñecos, 1958], War of the Colossal Beast [tv: La guerra de la bestia gigante, 1958] o Earth vs. the Spider [tv: La araña, 1958]. Su labor en «King Kong Versus Prometheus» fue su último trabajo.

[2] Esto procede de la versión remontada por los norteamericanos, que es la que ha estado a nuestra disposición al preparar este comentario. Más adelante comentaremos diferencias entre la versión original japonesa y la manipulada por los estadounidenses.

[3] Encadenando directamente con el título previo de la saga, el ya citado El rey de los monstruos.

[4] Más descabellado es el título que en Italia tuvo una película de la saga de Gamera, el monstruo creado por la productora rival de la Toho, la Daei, en concreto en Gamera tai Maju Jaiga [vd: Gamera contra Jiger, el señor del caos, 1970], de Noriaki Yuasa: nada menos que King Kong – Impero dei draghi.

[5] Las sucesivas ediciones en vídeo y DVD que han aparecido de la película proceden del montaje norteamericano; al parecer, ver la versión nipona, inclusive en el propio Japón, es dificilísimo.

[6] http://es.geocities.com/gojirasp/ era su ubicación.

[7] En la base de datos IMDb se le encabeza como Tom Montgomery, y aparte de la presente se le acredita como director de unas pocas series (la más famosa, La isla de Gilligan), y actor en otras, coincidiendo en ambas tareas en la comedia familiar The Many Loves of Dobie Gillis (1959-1963).