En la localidad vacacional de Amity comienzan a aparecer restos humanos en las playas. El jefe de policía, Brody, toma cartas en el asunto cuando la autopsia revela que las muertes podrían estar provocadas por un tiburón que ronda la zona, por lo cual decide cerrar la playa. Pero el alcalde Vaughn piensa que eso podría resultar fatal para el turismo…
Dirección: Steven Spielberg. Producción: Zanuck/Brown Productions, Universal Pictures. Productores: David Brown, Richard D. Zanuck. Guion: Peter Benchley, Carl Gottlieb, basado en la novela de P. Benchley. Fotografía: Bill Butler. Música: John Williams. Montaje: Verna Fields. Diseño de producción: Joe Alves. FX: John Chambers (efectos de maquillaje), Roy Arbogast (efectos especiales mecánicos), Bob Mattey (supervisor de efectos mecánicos). Directores de segunda unidad: Joe Alves, Verna Fields. Intérpretes: Roy Scheider (Brody), Robert Shaw (Quint), Richard Dreyfuss (Hooper), Lorraine Gary (Ellen Brody), Murray Hamilton (Vaughn), Carl Gottlieb (Meadows), Jeffrey Kramer (Hendricks), Susan Backlinie (Chrissie), Jonathan Filley (Cassidy), Ted Grossman (víctima del estuario), Chris Rebello (Michael Brody), Jay Mello (Sean Brody), Lee Fierro (Mrs. Kintner), Jeffrey Voorhees (Alex Kintner), Craig Kingsbury (Ben Gardner), Robert Nevin (médico forense), Peter Benchley (locutor de televisión), Jonathan Searle, Steven Searle, Tim Aguirre, Chris Anastasio, John Bahr, Mike Burnham, Jean Canha, Edwin C. Carlson, Henry Carreiro, Robert Carroll, Edward Chalmers Jr., Robert Chambers, Fritzi Jane Courtney, David Daniel, Gregory S. Dole, Cyprian R. Dube, Stephen Earle, David Engelbach, Dorothy Fielding, Francis A. Frank, Brendan Gallagher, Elizabeth K. Gifford… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1975. Duración y datos técnicos: 124 min. (copia de estreno) / 130 min. (versión extendida) – color – 2.39:1 – Panavision – 35 mm.
Peter Bradford Benchley nació el 8 de mayo de 1940 en la ciudad de Nueva York. Su padre fue el escritor Nathaniel Benchley, autor de numerosas novelas, entre ellas muchas infantiles, unas pocas de las cuales fueron adaptadas al cine, así la película ¡Que vienen los rusos! ¡Que vienen los rusos! (The Russians Are Coming the Russians Are Coming, Norman Jewison, 1966), basada en su obra The Off-Islanders (1961) o el telefilm Dulce secuestro (Sweet Hostage, Lee Philips, 1975), según Welcome to Xanadu (1968), por citar algunas. Tambien fue famoso su abuelo, Robert Benchley, humorista y fundador de la Algonquin Round Table[1], una agrupación de escritores, actores, críticos y otra gente de ingenio, entre los que se encontraban Harpo Marx, Tallullah Bankhead, Noël Coward, Dorothy Parker o Herman J. Mankiewicz, por ejemplo. El abuelo fue un hombre polifacético —muy marcado por la muerte de su hermano en la guerra civil española— y en Hollywood protagonizó infinidad de cortos[2] y apariciones en películas como Enviado especial (Foreign Correspondent, Alfred Hitchcock, 1940) o Me casé con una bruja (I Married a Witch, René Clair, 1942). Y ya que estamos con parentescos, el hermano menor de Peter, Nat Benchley, también es escritor y actor, y en este último cometido ha efectuado breves apariciones en Los asesinatos de mamá (Serial Mom, John Waters, 1994) o Species II: Especie mortal II (Species II, Peter Medak, 1998).
En lo que concierne a Peter, de pequeño la familia hacía visitas regulares a la isla Nantucket, en Massachusetts, donde solían pasar horas pescando peces espada, o a veces tiburones. Tal como su padre y su abuelo, fue alumno en la Allen-Stevenson School, la Phillips Exeter Academy y la Universidad de Harvard. Se convirtió en escritor profesional a los quince años, cuando su padre le ofreció un pequeño salario por escribir todos los días durante el verano.
Peter Benchley
Tras graduarse en 1961 se dedicó a viajar por el mundo durante un año; esas experiencias las dejó plasmadas, una vez contratado el agente que tuvo su propio padre, en su primer libro, Time and a Ticket (1964). De regreso a los Estados Unidos estuvo seis meses en la Marine Corps Reserve, y luego se hizo reportero de The Washington Post y pasó tres años trabajando para la revista Newsweek. En el transcurso de una cena conoció a Winifred Wesson, y al año siguiente se casaron, el mismo en el que aparecía su libro inaugural. Establecidos en Nueva York, en 1967 Peter redactó discursos para el presidente Lyndon B. Johnson hasta 1969. Durante ese período hubo de redactar textos algo dificultosos concernientes a la guerra del Vietnam.
Hacia 1971 Benchley hacía diversos trabajos con el fin de mantener a su esposa y sus hijos. La intención era vivir de la escritura, así pues su agente le preparó una serie de entrevistas con editores. Solía ofrecer dos ideas que tenía en mente, un ensayo sobre piratas o una novela sobre un tiburón devorador de personas. Esta última se la había inspirado la lectura de una noticia acerca de un gran tiburón blanco capturado en las costas de Long Island en 1964, y que pesaba dos toneladas, aunque se suele referir que era una exageración de al menos el doble. El resto es historia… aunque en su día el autor llegó a declarar:
Yo sabía que Tiburón no podría tener éxito. Era una primera novela y nadie lee las primeras novelas. Era una primera novela sobre un pez, así que ¿a quién le iba a importar?[3]
Benchley, en su cameo en Tiburón
Tras este popular debut, escribió una segunda, Abismo (The Deep, 1976), centrada en una pareja en busca de tesoros sumergidos, por lo cual su pasión submarina proseguía. Esta obra estaba basada también en una experiencia real, la de un encuentro que tuvo en las Bermudas con un buzo mientras preparaba un artículo para National Geographic. Igualmente se llevó al cine, con el título de Abismo (The Deep, Peter Yates, 1977), y con protagonismo de Jacqueline Bisset, Nick Nolte y Robert Shaw. Se trataba una cinta de aventuras con un tono ligero e interesante, y consiguió un gran éxito de público, aunque sin superar, obvio es, a su predecesora.
La siguiente ficción de Benchley es Isla (The Island, 1979), en torno a un grupo de piratas del siglo XVII que, de algún modo, perviven hasta la actualidad y siguen actuando al modo clásico en los mares contemporáneos. Hubo de igual modo película, La isla (The Island, Michael Ritchie, 1980), interpretada por Michael Caine y David Warner, que aunaba un tono aventurero con cierto poso de terror, pero supuso todo un fracaso, quizás por el registro frío que le transfiere su director.
A continuación vinieron tres novelas con un perfil muy diferente, y que no tuvieron tanto éxito como las previas. Se trata de La chica del mar de Cortés (The Girl of the Sea of Cortez, 1982), “Q” Clearance (Q Clearance, 1986) y Rummies (1989). La primera es una fábula con ecos de El hombre y el mar (The Old Man and the Sea, 1952) de Ernest Hemingway, y trata precisamente sobre la relación un poco complicada entre un individuo y el océano; de paso, Benchley ofrece una aproximación a sus intereses ecológicos marinos. La segunda se focaliza en su experiencia mientras trabajaba en la Casa Blanca. Y la última también ofrece ciertas resonancias biográficas, pues se focaliza en experiencias de su familia relacionadas con el alcoholismo.
La bestia (Beast, 1991) recupera ciertos aspectos de Tiburón, en el sentido de que tenemos de nuevo un pequeño grupo de personajes que ha de enfrentarse al terror que provoca una criatura marina. Ese ser, esta vez, es un calamar gigante. Y en esta ocasión, la novela no fue llevada a la gran pantalla, sino a la pequeña, en formato de miniserie, con La bestia (The Beast, Jeff Bleckner, 1996), con William Petersen, Karen Sillas, Charles Martin Smith y Larry Drake.
En cierta manera, esta adaptación televisiva dispone de una estructura similar a la de Tiburón, confrontando el peligro que representa el monstruo con los problemas cotidianos de una comunidad y sus habitantes. El pescador al que da vida Petersen (CSI) podría verse como una fusión entre el sheriff Brody y la parte más humana de Quint, Larry Drake vendría a ser la personalidad más antisocial de Quint, tenemos también un oceanógrafo (Ronald Guttman) y el millonario sin escrúpulos al que da vida Smith vendría a ser un reflejo del alcalde Vaughn. Tenemos una primera parte donde se alternan los ataques de la bestia con la vida cotidiana de la población, y una segunda donde un grupo sale en barca a, por fin, destruir al animal. Dentro de sus coordenadas, es una serie correcta, con personajes bien definidos y apoyada por una atractiva composición musical sinfónica obra de Don Davis (Matrix). Con alrededor de dos horas y media de duración, se sigue puede ver sin problemas de una tacada, y posee más empaque que muchos filmes, aunque los efectos especiales, en especial cuando se echa mano de la infografía, no están muy bien resueltos.
Mayores repercusiones aún a su gran éxito ofrece Tiburón blanco (White Shark, 1994), donde tenemos, en efecto, ese animal, pero manipulado genéticamente por los nazis y convertido en un híbrido con caracteres humanos. La crítica no fue muy benévola esta vez, y la novela se trasladó de nuevo al formato de miniserie con La criatura (Creature, Stuart Gillard, 1998) donde intervenían Craig T. Nelson, Kim Cattrall y Colm Feore.
Esa fue su última ficción, y a partir de entonces se volcó de forma activa a escribir ensayo, campo en el que había debutado, como vimos, con su libro de viajes, y en el que también aportó las obras Life’s Tempo on Nantucket (1970), Ocean Planet: Writings and Images of the Sea (1994), Shark Trouble: True Stories About Sharks and the Sea (2001), Shark!: True Stories and Lessons from the Deep (2002) y Shark Life: True Stories About Sharks and the Sea (2005), esta última en colaboración con Karen Wojtyla.
Benchley siguió ligado a la pantalla en ciertos aspectos. En 1976 escribió el guion, sin quedar acreditado, del atractivo telefilm El misterio de los Houdinis (The Great Houdini, Melville Shavelson, 1976), cuyo libreto aparece acreditado solamente a su director, y que contaba con protagonismo de Paul Michael Glaser como Houdini y Peter Cushing como Arthur Conan Doyle. En 1989 fue co-creador, junto a Allan Marcil, de la serie de televisión Dolphin Cove, que se centra en la llegada a Australia de un hombre con sus dos hijos para trabajar en la comunicación entre humanos y delfines. Producida por Dick Berg/Stonehenge Productions para Paramount Television, representó un fracaso, y solo duró ocho episodios. Más adelante, el escritor estuvo involucrado en otra serie, Amazon (Amazon, 1999), que narraba las experiencias de seis personas que sobreviven a un accidente de aviación en la selva del Amazonas, y donde se topan con una tribu que es superviviente de colonos británicos del siglo XVI, o sea que en cierta manera retoma la idea de Isla. Tampoco tuvo demasiado éxito, y se rodó una primera temporada de veintidós episodios, que acaba en un cliffhanger, y no hubo una nueva para solventarlo.
Paralelamente a ello, como hemos visto, redactó esos libros acerca del océano, donde clamaba por la conservación de los mares, y se centraba en especial en los tiburones; y es que, pasado todo este tiempo, Peter Benchley se avergonzaba del enfoque sensacionalista que había dado a los escualos, y ahora luchaba por defender a estas criaturas. Toda esta obra estaba concebida para entender plenamente «el mar en toda su belleza, misterio y poder»[4]. El escritor fue miembro del National Council of Environmental Defense y portavoz de su programa oceanográfico, donde declaró: «En una versión actualizada de Jaws, el tiburón no podría verse como el villano, sino como una víctima. Porque a lo largo de todo el mundo los tiburones son mucho más los oprimidos que los opresores»[5]. También fue uno de los órganos fundadores del Bermuda Underwater Exploration Institute.
Peter Benchley murió el 11 de febrero de 2006, a los sesenta y cinco años, en Princeton, Nueva Jersey, víctima de una fibrosis idiopática pulmonar, una dolencia degenerativa. Su esposa Wendy y David Helvarg instituyeron los Peter Benchley Ocean Awards con el fin de mantener el legado que el escritor desarrolló para que el conocimiento y la conservación de los tiburones no se perdieran. En 2015 se descubrió una nueva especie de tiburón linterna, en la costa del Pacífico de Sudamérica, y en su honor fue llamada Etmopterus benchleyi.
El libro
Tom Congdon, editor de Doubleday, alumno de la universidad de Yale y residente en Nantucket, ofreció a Benchley a publicarle una novela. Poco después, mientras preparaba otro trabajo en Southampton, el escritor se preguntó: «¿Qué pasaría si uno de esos bichos apareciera en temporada turística y no se largara?» Le ofreció a Congdon esa idea, que le respondió con un avance de mil dólares. Benchley se pasó unos meses estudiando noticias de ataques de tiburones, para lo cual tuvo bastante ayuda por parte de la editorial, y al fin acabó el manuscrito. Aunque tenía un problema: no sabía qué título ponerle. Se planteó Silence in the Water («Silencio en el agua») y The Jaws of Leviathan («Las fauces de Leviatán»[6]), y su padre le sugirió Wha’s That Noshin’ On My Laig («Qué es eso que me está papeando la pienna»). Poco antes de entrar en imprenta, autor y editor hallaron la solución: Jaws («Fauces» o «Mandíbulas», traducido luego en español por el prosaico Tiburón).
Con una intensa promoción preveraniega, la novela consiguió por avance de ventas un monto de un millón de dólares; publicado en 1973, sin embargo un año antes ya se habían vendido los derechos de la edición en rústica a Bantam por 575.000 dólares.
Para algunos elementos de la novela, Benchley se inspiró en diversos cazadores de tiburones, entre ellos Frank Mundus, que según muchos es la base más directa para el personaje de Quint. Mundus había nacido en 1925, y desde 1951 habitaba en Montauk, un pueblo cercano a Nueva York. Vivía de la pesca de caballas y anjoras[7], pero esto no daba para mucho; sin embargo, la zona estaba atestada de tiburones, y decidió volcarse a ese negocio. A bordo de su barco Cricket, en 1964 pescó un ejemplar de tiburón blanco de dos toneladas, cazado por medio del arpón. Peter Benchley lo conoció en 1971, y mientras escribía la novela realizó diversos viajes a bordo del barco del pescador —ahora el Cricket II— y estudió a fondo al personaje, que disponía de un brazo atrofiado a consecuencia de un accidente que tuvo de niño, un collar conformado por dientes de tiburón y que no paraba de contar anécdotas obviamente exageradas, y usaba una técnica de pesca habitual que consistía en atar barriles a la cuerda de un arpón, para usarlo como lastre.
En la revista Rolling Stone, en un ejemplar de 1974, el crítico Michael A. Rogers hizo una reseña de la novela contundente: «Ninguno de los humanos es particularmente agradable o interesante». Y añadía: «El tiburón era con facilidad mi personaje favorito, y sospecho que de Benchley también»[8]. Hablando de la película de Spielberg, el célebre crítico Andrew Britton arrancaba de esta manera:
Lo fundamental en la novela Jaws de Peter Benchley es un desprecio inconmensurable por todo y por todos. Es el superventas post-Watergate, un libro plagado de desilusión, cinismo y desesperación, que despega y explota, con deslumbrante eficacia, todas las fobias del varón norteamericano de edad media, clase media y andropáusico. El alcalde ha vendido su alma a la Mafia; la población está atormentada por amenazas de recesión económica, desempleo y violencia racial; la ley y el orden se desintegran; el medio ambiente sufre de contaminación; todo el mundo es motivado por la avaricia y el egoísmo. El héroe, el jefe de policía Brody, se halla preocupado por su mediocridad y por resultar atractivo a su esposa[9].
Frank Mundus
Y ciertamente, debe decirse que estas críticas, en cierta manera, dan en el clavo, aunque yo lo matizaría. La localidad de Amity (que, conviene resaltar, significa «Amistad») está poblada por una serie de individuos peculiares, si se les puede definir así. Ya se ha descrito a algunos de ellos, pero los que quedan tampoco son desdeñables: la esposa del sheriff es una niña bien aburrida de una vida rutinaria y que no valora en su justa medida a su marido, y que en cuanto llega a la población alguien que le hace rememorar aquellos tiempos pasados que añora se va a la cama con él; ese personaje es, precisamente, Hooper, un tipo alto y atractivo que no duda en cepillarse a la esposa del sheriff cuando se le pone a tiro. Aunque el peor parado, sin duda, es Quint, el pescador, un tipo sin escrúpulos que comete todo tipo de barbaridades con los animales que atrapa con el fin de conseguir dinero; el momento en que se describe cómo destripa a un tiburón y lo lanza al agua, para que este devore sus propias entrañas, es notablemente desagradable.
Benchley retrata a los habitantes del lugar sin la menor compasión, definiéndolos con toda su crudeza, con sus egoísmos, ambiciones y miserias. Frente a ellos, cierto es, el tiburón solo hace una cosa: intentar sobrevivir. El autor pone en boca del ictiólogo palabras de admiración y respeto hacia el pez. Páginas atrás comentábamos lo arrepentido que estaba el escritor sobre la imagen que dio de los escualos a través de su libro, pero leyéndolo queda claro que no trata de demonizar al tiburón. Aprovecha sus conocimientos y pasión por el mar para construir una historia de suspense, donde el animal es un ejemplar excepcional para dar más juego a la narración. Y, durante unos breves momentos, Hooper fantasea con la posibilidad de que se trate de un megalodón, tiburón prehistórico extinto.
Para la construcción de su obra da la impresión de que Benchley se inspiró en la película de Alfred Hitchcock Los pájaros (The Birds, 1963) —y no en el relato de Daphne Du Maurier en que está basado este filme—, pues en ambas se da la circunstancia de una comunidad atacada por un representante del reino animal, y donde sus habitantes han de lidiar con sus frustraciones. Y, al igual que en la película Los pájaros, aquí también tenemos una mujer que clamará que el tiburón es enviado por Dios para castigar los pecados de las personas.
Los pájaros, inspiración para Benchley
El «protagonista»
Según la página International Shark Attack File, solo cuatro personas murieron debido a ataques de tiburones en Estados Unidos entre 2003 y 2008, comparado con los ciento ocho fallecimientos inducidos por el ganado, por ejemplo. Fue en el año 2000 cuando se registraron más ataques de tiburón, con un total de setenta y nueve, once de ellos mortales. Pero ¿de dónde viene la mala fama de este animal?
Los tiburones existen desde hace 450 millones de años, antes que los dinosaurios, y desde entonces han evolucionado. El ser humano ha estado en relación con el mar desde hace milenios, y en todo ese tiempo los ataques de tiburones se han temido. En 1778, el pintor John Singleton Copey pintó un cuadro titulado Watson and the Shark, donde vemos a un grupo de personas intentando salvar a un muchacho del ataque de un escualo; después, haría otras dos versiones de esa pintura.
Watson and the Shark
Sin embargo, no todos los tiburones son susceptibles de atacar al ser humano. Existen 480 especies distintas de estos animales, y solamente tres de ellas han causado las suficientes agresiones como para ser tenidas en cuenta: el gran blanco, el tiburón tigre y el tiburón sarda, lamia o de Zambesi; este último puede nadar en agua dulce, además. El tiburón blanco, de nombre científico Carcharodon carcharias, es el que más ataques ha causado, con 451 casos registrados de agresiones a humanos.
El primer caso de agresión que llamó la atención mediática fue entre el 1 y el 12 de julio de 1916, cuando en la costa de Nueva Jersey, en Estados Unidos, un escualo perpetró cinco ataques a personas, de las cuales sobrevivió solo una de ellas. Durante un tiempo, no se consideró que las acometidas fueran provocadas por tiburones, e incluso se sugirió que la causante podría ser una tortuga marina. Los biólogos George A. Llano y Richard Ellis lanzaron la teoría de que el causante pudiera ser un tiburón sarda, y más adelante se ha apuntado a que el promotor fuera un tiburón toro. De resultas de tal declaración, se produjeron abundantes cacerías en la costa este, y centenares de tiburones fueron exterminados, pero no se llegó a probar la identidad del animal agresor. Existe una película para televisión, que mezcla tono documental y reconstrucciones, que se centra en el suceso, La playa del terror (12 Days of Terror, Jack Sholder, 2004), que resulta aceptablemente interesante.
Un tiburón blanco
Otro caso muy famoso fue el del hundimiento del buque insignia USS Indianapolis de la marina de los Estados Unidos; la anécdota que narra Quint en Tiburón se refiere a este suceso real. Durante la Segunda Guerra Mundial se le ordenó la misión secreta de transportar el uranio enriquecido que formaría parte de la bomba atómica que se lanzaría sobre Hiroshima. De regreso de la misión, el buque fue torpedeado a las doce y cuarto de la noche del 30 de julio de 1945 por un submarino japonés. Pocos minutos después el barco se hundía. A bordo iban 1197 personas, de las cuales solo sobrevivieron 317; casi trescientas se hundieron junto con el barco y todas las demás murieron por deshidratación, exposición, envenenamiento por agua salada o ataques de tiburones. Mientras amanecía comenzaron a llegar los primeros escualos, de la especie conocida como tiburón oceánico de puntas blancas (descrito por Cousteau como el más peligroso de todos). Cinco días estuvieron los náufragos flotando en esas aguas, enfrentados a los tiburones, y también al hambre, la sed, el sol y a los ataques de los propios compañeros, enloquecidos por beber agua salada. Cuatrocientos de ellos murieron víctimas de los escualos.
De este suceso hay un telefilm bastante malo, U.S.S. Indianápolis / Misión suicida (Mission of the Shark: The Saga of the U.S.S. Indianapolis, Robert Iscove, 1991), y un largometraje de mayor interés, Hombres de valor (USS Indianapolis: Men of Courage, Mario Van Peebles, 2016), aunque no termina de cuajar del todo, al mostrarse indeciso entre la crónica documentada y aportar algo de mayor viveza narrativa. El reparto está compuesto por Nicolas Cage, Tom Sizemore, Thomas Jane, Matt Lanter, James Remar, Brian Presley y Yutaka Takeuchi, y en su globalidad están todos bastante bien, inclusive Nicolas Cage que, cuando quiere, es capaz de acordarse de interpretar y dejar de sobreactuar. La trama es muy interesante, desde luego, y también plantea la segregación racial que había en el ejército en aquella época e, igualmente, el clasismo entre los altos cargos militares y la tropa. Pero no logra encontrar el equilibrio preciso y, así, el desarrollo de personajes carece de la suficiente potencia, el hundimiento del barco se ve desvaído, y parece un remedo en pobre del Titanic (Titanic, 1997) de James Cameron, y las escenas con los tiburones son apagadas y carentes de fuerza. Lo mejor del filme es toda la parte final, tras el rescate de los supervivientes, y las consecuencias políticas y militares que tuvo todo el suceso.
USS Indianapolis: Men of Courage
La filmación
Un ejecutivo de la Universal, Jennings Lang, había llamado la atención sobre el libro de Benchley a su jefe, Lew Wasserman. Pensaron como director en Alfred Hitchcock y Paul Newman como el sheriff Brody. Sin embargo, el departamento de historias del estudio leyó la novela y no se mostró nada impresionado. Los productores David Brown y Richard Zanuck habían escuchado comentarios sobre el libro, y tras acceder a él antes de su publicación compraron los derechos en 1973 por unos 175 000 dólares. Anunciaron que lo prepararían de forma independiente, y dejarían a la Universal producir. El estudio poseería la película, pero con escaso margen de bienes. Zanuck y Brown ofrecieron a Benchley tener control sobre los resultados, y económicamente la oferta fue de 150 000 dólares, más el diez por ciento de beneficios netos, así como 25 000 dólares por su trabajo como guionista, más el dinero por posibles secuelas.
Zanuck y Brown pensaron en un inicio como director en John Sturges, un veterano cineasta responsable de títulos míticos como Conspiración de silencio (Bad Day at Black Rock, 1955), El último tren de Gun Hill (Last Train from Gun Hill, 1959), Los siete magníficos (The Magnificent Seven, 1960) o La gran evasión (The Great Escape, 1963), y también fue autor de El viejo y el mar (The Old Man and the Sea, 1958), según la novela de Hemingway, y que al fin y al cabo narraba el enfrentamiento de un hombre con un pez.
El viejo y el mar
Por aquellas fechas, Sturges había estrenado la coproducción entre España, Italia, Francia y Estados Unidos Caballos salvajes / Valdez, il mezzosangue / Chino (1973), con Charles Bronson, y después llegaría a ofrecer el policial McQ (McQ, 1974), con John Wayne, y la superproducción bélica Ha llegado el águila (The Eagle Has Landed, 1976). Una vez desechado, se pensó en Dick Richards, que acababa de debutar con un excelente wéstern crepuscular, Coraje, sudor y pólvora (The Culpepper Cattle Co., 1972), y que más adelante entregaría una aproximación nostálgica al cine negro con Adiós, muñeca (Farewell, My Lovely, 1975). Sin embargo, parece ser que Richards tenía la costumbre de referirse al tiburón como una ballena constantemente, lo cual irritaba sobremanera a ambos productores, así que lo despidieron.
Zanuck y Brown habían producido la película Loca evasión (The Sugarland Express, 1974), el debut en el cine de un joven de veintiséis años llamado Steven Spielberg[10]. Un día, en la oficina de los ejecutivos, el realizador se fijó en la novela de Benchley, que aún no se había distribuido en librerías, la tomó prestada y quedó enamorado de ella. Zanuck y Brown, pues, decidieron ofrecerle la dirección de Jaws, hecho que aconteció en junio de 1973, antes inclusive de que se estrenara Loca evasión.
Loca evasión
Sin embargo, poco antes de iniciar la producción, de pronto Spielberg se mostró reacio a proseguir, dado el parecido que había detectado con la idea que sustentaba, precisamente, a El diablo sobre ruedas. Y es que, según el realizador, ambas historias se centraban en «esos leviatanes enfrentados al hombre común»[11], y temía que se le etiquetara como «el director de camiones y tiburones»[12]. En su lugar, quería hacerse cargo de otra película de la Fox, pero la Universal vetó ese traslado[13]. Brown convenció a Spielberg clamando que, tras Tiburón, podría hacer lo que le viniera en gana. Se concedió pues al proyecto un presupuesto de tres millones y medio de dólares y un rodaje de 55 días, que comenzaría en mayo de 1974.
El director quería centrarse en el último tercio de la novela, la cacería del tiburón, que le entusiasmaba, y eliminar gran parte de las subtramas previas. Así pues, se cargó tanto los tratos del alcalde con la mafia, la infidelidad de la esposa de Brody con el ictiólogo y la preponderancia de muchos personajes secundarios. Benchley tenía potestad para escribir el guion, del cual redactó tres borradores, y luego fue pasado a Carl Gottlieb[14]. Sobre el libreto, y sin acreditar, también trabajó el propio Spielberg, así como Howard Sackler, antiguo colaborador de Stanley Kubrick, y que después participaría, ya citado, en Tiburón 2. Sackler reescribió el texto original y «definitivo» de Benchley, y fue el responsable del mítico relato por parte de Quinn del suceso del USS Indianapolis[15].
Roy y Bruce
Conseguir el reparto adecuado fue bastante difícil. Zanuck y Brown querían actores conocidos, pero Spielberg les convenció de eludir «grandes estrellas» —como hubiera sido Paul Newman, en la idea inicial de los ejecutivos de la Universal—, para transmitir mayor naturalidad a los resultados, que parecieran, en definitiva, personas «normales».
El papel de la esposa de Brody podría haber sido interpretado por Linda Harrison, la intérprete de Nova en El planeta de los simios (Planet of the Apes, Franklin J. Schaffner, 1968). Ella lo recuerda así[16]:
En esa época yo estaba casada con Dick Zanuck. Yo tenía dos niños y me sentía inquieta; quería un papel en la película y había un conflicto en nuestro matrimonio sobre mi carrera. Así que él dijo: «Te daré ese papel en Tiburón», que estaba produciendo con Steven Spielberg. El jefe de estudio de la Universal también tenía una esposa/actriz y deseaba también ese rol, ¡y amenazaba con abandonarle si no lo conseguía! Así que Dick habló con Spielberg y le dijo: «Mira, mi mujer está de verdad molesta, ¡me dejará si no tiene ese papel! Quiero que haga ese personaje de Tiburón». Y el estudio pensó: «Oh, cielos». Así que, como el jefe del estudio era un poquito más importante que Dick, ella consiguió el papel y yo otro en Aeropuerto 75. Esa es la verdadera historia.
Lorraine Gary, la esposa definitiva
Así pues, ese fue el primer papel adjudicado, junto al del alcalde, interpretado por Murray Hamilton, un veterano y sólido actor de carácter[17]. Pero lo importante era el trío protagonista, esto es, el sheriff, el pescador y el ictiólogo. Para el rol del sheriff Brody se plantearon a Robert Duvall, pero este solo estaba interesado en encarnar a Quint. Charlton Heston mostró el deseo de abordar el personaje, pero Spielberg consideraba que era demasiado estrella para un cometido así. Roy Scheider también expresó su aspiración de encarnarlo, mas el realizador temía que lo convirtiera en un tipo duro como el que representó en French Connection: Contra el imperio de la droga (French Connection, William Friedkin, 1971).
Respecto a los papeles de Quint y Hooper tuvieron más problemas: nueve días antes de comenzar el rodaje no tenían a nadie para abordarlos. Respecto al cazador de tiburones Quint, su personaje fue ofrecido a Lee Marvin y a Sterling Hayden —ambos elecciones magníficas—, pero ninguno se sintió atraído por ello. Comoquiera que Zanuck y Brown habían trabajado con Robert Shaw en El golpe (The Sting, George Roy Hill, 1973), se lo sugirieron a Spielberg; el actor no tenía especial atracción por abordarlo, porque había leído el libro y no le gustó, pero decidió aceptar. Para desarrollar a Quint, el actor se inspiró en Craig Kingsbury, un pescador y granjero excéntrico de la zona, que en la película interpretaba a Ben Gardner. Spielberg consideraba a este, de hecho, «la versión más pura de lo que, en mi mente, era Quint»[18], y algunas de sus opiniones y sentencias se incorporaron a los diálogos del filme. Otros coloquios, así como ciertos manierismos, fueron tomados de Lynn Murphy, un mecánico y propietario de barco oriundo de la isla Martha’s Vineyard, en Massachusetts, que es donde rodaron.
Lee Marvin se dedicó a la pesca, como puede apreciarse aquí (1974)
Para el ictiólogo Hooper, Spielberg quería a Jon Voight, pero tampoco pudo ser. Por el rol pasaron sucesivamente Timothy Bottoms, Jan-Michael Vincent, Kevin Kline, Joel Grey y Jeff Bridges, pero por un motivo u otro todos fueron cayendo. George Lucas le sugirió a Richard Dreyfuss, con quien había trabajado en American Graffiti (American Graffiti, 1973); este, sin embargo, no se mostraba interesado… hasta que asistió a un pase de la última película que había hecho, El aprendizaje de Duddy Kravitz (The Apprenticeship of Duddy Kravitz, Ted Kotcheff, 1974). No quedó nada contento de cómo había resuelto su papel, y temía que supusiera su suicidio profesional, así pues, antes de que se estrenara esta, aceptó. Dado que el personaje había sido variado a fondo tal cual estaba concebido en el libro, Spielberg sugirió a Dreyfuss que no leyera la novela, y el Hooper cinematográfico fue desarrollado ajustándose al actor.
El rodaje comenzó el 2 de mayo de 1974 en la isla de Martha’s Vineyard, como ya se dijo. Fue elegida por el aspecto de zona turística que ofrecía, pero también porque el mar que la rodeaba no llegaba a más de once metros en diecinueve kilómetros hasta alta mar, lo cual venía muy bien para hacer uso del tiburón mecánico que se construyó. Se ha mencionado el «tiburón mecánico», pero en realidad los productores querían usar un gigante blanco auténtico «entrenado». Tal idea era absurda por completo, desde luego, por lo que se construyeron tres escualos automáticos a tamaño «natural», dentro de las proporciones, por supuesto, que se querían ofrecer (en un momento determinado del film Quint le calcula siete metros y medio); uno de cuerpo entero, denominado «de trineo marino», al que le faltaba el vientre y se remolcaba con una cuerda de noventa metros, y que fue bautizado por el equipo con el nombre de Bruce; y otros dos «de plataforma», uno de los cuales se movía de izquierda a derecha de la cámara, dejando escondido el lado izquierdo, del que partía una serie de mangueras neumáticas, y otro exactamente igual, pero que representaba el lado contrario.
Una vista de la preciosa Martha’s Vineyard
El director artístico y diseñador de producción Joe Alves (quien después dirigiría la tercera entrega) fue el encargado de esbozar los tiburones durante el tercer trimestre de 1973, y después, entre noviembre de 1973 y abril de 1974, se fabricaron en Rolly Harper’s Motion Picture & Equipment Rental en Sun Valley, California, por un equipo de hasta cuarenta técnicos de efectos, controlados por el supervisor de efectos mecánicos Bob Mattey, quien muchos años antes había creado el calamar gigante de 20.000 leguas de viaje submarino (20,000 Leagues Under the Sea, Richard Fleischer, 1954). A principios de julio la plataforma utilizada para remolcar los dos tiburones laterales zozobró mientras la bajaban al fondo del océano, lo que obligó a un equipo de buzos a sumergirse para recuperarla. Por otro lado, para controlar las piezas móviles de la embarcación de Quint, la Orca, Alves y su equipo construyeron dos modelos idénticos de 42 pies (casi trece metros) de eslora. La segunda embarcación, llamada Orca II entre el equipo de producción, no tenía motor y estaba diseñada para hundirse cuando así se dispusiera.
Dado lo complejo del rodaje en alta mar, hubo grandes complicaciones, y un presupuesto inicial de cuatro millones de dólares se disparó hasta nueve, costando solo los elementos mecánicos de los tiburones tres millones. Esos problemas también provocaron retrasos, los cuales, por otro lado, vinieron bien para redefinir el guion, y otras escenas, por desperfectos en los escualos mecánicos, se rodaron sin que el monstruo fuera vislumbrado, como la muerte inicial de Chrissie, en la cual solo se percibe el efecto sobre la muchacha sin distinguirse al animal, salvo la aleta, con lo cual se desarrolló una escena que se ha convertido en mítica.
Bruce, algo desmejorado
De todas maneras, el hecho de que no se vea al tiburón hasta determinado momento, una vez se ha presenciado el filme, resulta difícil aceptar que fuese causado por factores accidentales, debido a lo escalonado del contexto, y lo bien integrado que está en la trama. Una de las normas del cine de suspense consiste en ir aportando datos de manera gradual, y eso es lo que se hace a lo largo de la cinta con la imagen del escualo. No lo vemos completo hasta que el trío parte a alta mar y entonces se le detecta con amplitud; hasta entonces, se le distinguió o bien por medios sesgados, o bien un vistazo rápido de una cabeza fugaz. Esto es, una amenaza abstracta para los protagonistas se vuelve entonces real, algo que semeja concebido así desde el inicio.
Paralelamente a los tiburones mecánicos, se rodó material con escualos auténticos por parte de Ron y Valerie Taylor en aguas limítrofes de Dangerous Reef, en Australia Meridional, junto a un actor de baja estatura con el fin de que el pez semejara mayor (y eso que Dreyfuss, a quien debía representar, era más bien canijo). Durante esa filmación un tiburón blanco atacó una de las jaulas, y Spielberg quedó tan anonadado con esas imágenes que las incorporó a la película (son los planos finales mientras el animal se sacude en torno a la jaula). Como el adminículo estaba vacío en ese instante, y ello se veía con claridad, se reescribió el guion haciendo que Hooper escapara un poco antes y se salvara, en lugar de morir como en el libro.
La escena de la jaula, con el doble de Dreyfuss
El rodaje principal se estimó que durara 55 días, pero al final se prolongó hasta 159, terminando el 6 de octubre de 1974. Spielberg estaba asustado, pensando que ya nadie le contrataría más por esos retrasos. Después, se filmaron escenas submarinas en el tanque de agua de la Metro-Goldwyn-Mayer en Culver City, con los especialistas Dick Warlock y Frank James Sparks como sustitutos de Dreyfuss en la escena en la que el tiburón ataca la jaula, así como cerca de la isla de Santa Catalina, en California. Con dos tercios del filme ya montados, Verna Fields[19] revisó todo y lo reajustó. Según parece, escenas concebidas para que resultaran cómicas las convirtió en terroríficas, y viceversa.
Como es norma en Estados Unidos, donde se hacen pases de prueba a un público escogido, tras efectuar este se cambiaron dos escenas. Cuando Roy Scheider decía «Vas a necesitar un barco más grande», los gritos del público impedían oírle, así pues prolongaron su reacción y después se subió el volumen de la frase. Y Spielberg decidió añadir un susto más, rodando de nuevo la escena en la que Hooper descubre el cadáver de Ben Gardner; dado que la Universal se negaba a poner un dólar más, el propio director puso de su bolsillo tres mil dólares, y se rodó en la piscina de la casa de Fields en Encino, California. Se confeccionó una cabeza de látex carcomida, unida a un cuerpo falso que se ubicó en el barco hundido. Y para simular las aguas turbias se vertió leche en polvo en la piscina, y luego se recubrió con una lona.
Brody, cuando se apercibe de que necesitarán un barco más grande
La respuesta
El filme se estrenó en Estados Unidos el 20 de junio de 1975, al igual que en una apreciable cantidad de países, no así España. Aquí se proyectó en el Festival de Cine de San Sebastián el 22 de septiembre de ese año, y el crítico del diario ABC Lorenzo López Sancho la valoró en estos términos:
…Pero Spielberg, una vez que ha metido al comisario, al pescador y al oceanógrafo en su barco, se olvida de todo lo demás. Nada le importan ya la mujer y los hijos del comisario, el tozudo alcalde y su problema de conciencia, los egoístas comerciantes, la multitud de horrorizados veraneantes. Todo ha desaparecido. La crítica, la sociología, la moralidad del film, se hunden. Queda la aventura por la aventura. Y ese monstruo blanco nos lleva al peor Julio Verne. Nos avergonzamos de haberlo creído durante un par de horas. Moby Dick era mucho mejor. El viejo y el mar nos hace pensar que Hemingway era un gigante comparado con Blenchey [sic] y que Spielberg es un técnico estupendo especializado en cuentos para asustar niños.
Dicho de otra manera: Tiburón es un film de los de moda, con monstruo en vez de terremoto o incendio. Que dará muchos pero que muchos millones. Pero nada, nada, nada como cine serio. Nada en el fondo. Chatarra cinematográfica para vender al mayor. Si no hay confusiones, si se dejan las cosas así, es decir, en que este es un extraordinario film comercial y nada más.
Y, luego, al fin, se vio por primera vez en salas de estreno en Madrid el 19 de diciembre de 1975, en los cines Lope de Vega y Gran Vía, que estaban uno enfrente del otro, y en la publicidad de los periódicos se destacaba: «SIN PRECEDENTES: dos colosos de la Gran Vía marcan un hito presentando la película del año». De nuevo en el diario ABC, el 31 de diciembre, el mismo crítico, con el título «Para niños y adultos aniñados», refería:
El joven y dicen que genial director Steven Spielberg, acreditado ya por Duelo y The Sugarland Express ha hecho con Tiburón la más comercial pero la peor de sus películas, por ahora. […] Esta superproducción, llamada a los grandes éxitos populares, es el alarde de lo que el cine puede hacer de espectacular cuando no quiere contar nada importante, ni formular juicios críticos que están esbozados en las primeras secuencias del filme. Chatarra cinematográfica para vender al por mayor, escribíamos en San Sebastián. Cine, cine, cine, pero sin gran cosa dentro. Le hemos dedicado ya demasiadas palabras a Tiburón.
El afamado Roger Ebert, por su parte, en el Chicago Sun-Times la definió como «una película de acción sensacionalmente eficaz, un thriller de miedo que funciona mejor por hallarse poblada de personajes devenidos en seres humanos»[20]. Otra crítica norteamericana de peso, Pauline Kael, en The New Yorker la define como «la película de terror más alegremente perversa jamás realizada… [con] más entusiasmo que una de las primeras cintas de Woody Allen, mucha más electricidad, [y] es divertida a la manera de Woody Allen»[21]. Para la revista New Times, Frank Rich escribió: «Spielberg ha sido bendecido con un talento que está ausente de un modo absurdo en la mayoría de los cineastas estadounidenses de hoy en día: este hombre sabe de verdad cómo contar una historia en la pantalla. … Habla bien de las dotes de este director que algunas de las secuencias más aterradoras de Tiburón sean aquellas en las que ni siquiera vemos al escualo»[22].
En cuanto al tema de los premios, los más famosos de estos, los Oscar de Hollywood, en su gala de 1976 galardonó a Tiburón con sendas estatuillas en las categorías de mejor música, montaje y sonido, y la nominó a mejor película —perdiendo ante Alguien voló sobre el nido del cuco (One Flew Over the Cuckoo’s Nest, Milos Forman, 1975)—. En los BAFTA resultó ganadora también en la música, y nominaciones a mejor película, director, actor (Dreyfuss), guion, montaje y sonido. La Academy of Science Fiction, Fantasy & Horror Films le otorgó dos premios Saturn, a la película más destacada de 1975 y a la mejor campaña publicitaria. En los Globos de Oro, ganó, una vez más, a la música, y fue nominada como mejor película, director y guion. Todo ello, entre otras muchas convocatorias.
El éxito de Tiburón, en definitiva, fue espectacular. Con un presupuesto definitivo de nueve millones de dólares, terminó alcanzando en taquilla alrededor de 476,5 millones de recaudación, y fue la película más taquillera de todos los tiempos hasta La guerra de las galaxias (Star Wars), que se estrenó dos años después. Ello propició no solo la creación de una franquicia «oficial», sino también toda una avalancha acuática de imitaciones, en la cual surgiría un sinfín de películas más sobre escualos asesinos con procedencias muy diversas, pero igualmente otras donde distintas criaturas de las profundidades emergerían para atacar a los humanos infortunados, como tintoreras, pulpos, orcas, medusas, pirañas o langostas, y del mismo modo la estructura del filme de Spielberg se trasladaría a tierra, donde otros animales emprenderían esos ataques, así cocodrilos, osos, perros, leones, pájaros, gusanos o incluso entidades incognoscibles que acechan entre la arena de la playa…
La música
Steven Spielberg declararía con posterioridad que «…la banda sonora de John Williams es, claramente, responsable de la mitad del éxito de la película…»[23], y no puede sino dársele la razón en ello. Aunque inicialmente el tema principal, un ostinato[24] de dos notas, no le entusiasmó, e incluso pensó que era una broma por parte de Williams y se echó a reír, lo cierto es que, según dice, después le convenció, en su compleja sencillez. Precisando:
Cuando John me anticipó el tema principal de Jaws, yo esperaba oír algo un poco extraño y melódico, y como tonal, pero misterioso, de otro mundo, un poco casi como del espacio exterior dentro del espacio interior bajo el agua. Y lo que me tocó con dos dedos en las teclas bajas era «dun dun dun dun». Al principio, me empecé a reír. Pensaba que estaba bromeando, tenía un gran sentido del humor y creí que me tomaba el pelo. Pero me dijo: «¡No, es el tema de Jaws!», y yo le dije: «Vuelve a tocarlo», y volvió a hacerlo, y otra vez, y de repente me pareció bien. Y John encontró el tono de la película entera.[25]
El hecho de que durante mucho tiempo no se vea a la bestia (viniera ello impuesto por problemas técnicos o con una intención premeditada) obligaba a que la tensión, la atmósfera, la sugerencia vinieran impuestas por otros medios, y ese fue la música. Desde el propio inicio esta tiene una preponderancia esencial, y va conduciendo al espectador hasta el fin a lo largo de la película, e incluso los silencios ayudan, en ocasiones, a conferir la fuerza que las imágenes poseen.
John Williams llevaba componiendo para la pantalla desde hacía mucho, en concreto 1958, para televisión[26]. Pronto saltó al cine con el drama racial Leila (I Passed for White, Fred M. Wilcox, 1960), pero durante un tiempo fue alternando un medio con el otro. En 1972 hizo la música de La aventura del Poseidón (The Poseidon Adventure, Ronald Neame), la superproducción catastrófica producida por Irwin Allen —con anterioridad había compuesto las partituras de diversas series de ciencia ficción de este— y puede que aquí estuviera la simiente del «sonido» Williams con el que ahora le identificamos. Spielberg contó con él para musicar Loca evasión (The Sugarland Express, 1974), y lo eligió porque le entusiasmaba la que había compuesto para Los rateros (The Reivers, 1969) y Los cowboys (The Cowboys, 1972), ambas de Mark Rydell.
En realidad, la primera elección de Spielberg para componer Jaws había sido Jerry Goldsmith, como de hecho antes lo fue para The Sugarland Express. Al final, fue una deliberación un tanto al boleo y «ganó» Williams. Dos meses tardó en componer una hora de música, y la grabación de la partitura se inició a principios del mes de marzo de 1975 en los Burbank Studios, bajo la supervisión del ingeniero de sonido John Neal, para lo cual se contrató una orquesta de 73 músicos. El tema del tiburón está construido sobre una base orquestal que incluye ocho chelos, seis contrabajos, una tuba, cuatro trombones, fagot y piano.
El filme
Tiburón (Jaws, 1975) arranca con un grupo de jóvenes sentados en torno a una fogata junto a la playa, de noche. Una pareja se separa del conjunto y corre por la arena en dirección al agua, pero el muchacho queda atrás. La chica se zambulle y, de pronto, algo la ataca y termina por desaparecer en las ahora plácidas aguas. La frase publicitaria del cartel ya lo definiría de forma adecuada: ella fue la primera…
Conocemos al sheriff de la isla de Amity y su entorno, tanto familiar como social. De este modo se nos informa de una serie de factores que tendrán importancia posterior, hasta que, de pronto, irrumpe el suceso crucial: se comunica una desaparición y, al fin, se encuentra a la chica; los escasos restos son identificados por el forense como producto de un ataque de tiburón, pero ante presiones del alcalde rectifica y dice que pudiera ser debido a una hélice de barco.
El elemento del alcalde después se convertiría en un tópico, y en muchas películas que surgieron después a imitación de la obra de Spielberg se transformó en una convención y casi una parodia. Pero aquí funciona de verdad bien, y una de las causas es la interpretación que del personaje efectúa Murray Hamilton. Esa labor, de hecho, ofrece el mismo registro que el que efectúa el resto de los actores, y que consiste en aportar una tonalidad lo más naturalista posible, como si fuesen personajes reales y la cámara estuviera casualmente allí, filmándolos. Esa inflexión, además, acabaría por convertirse en una de las marcas de fábrica de Spielberg, en especial en las escenas familiares, donde todos hablan al mismo tiempo y existen diferentes niveles de importancia en el diálogo.
Durante esa primera parte se alternan escenarios entre la vida familiar de Brody, el descubrimiento paulatino de lo que acontece y el modo en el cual el sheriff ha de bregar con la situación, con los intentos del alcalde (y su consejo de administración) de evitar que el chollo económico se les escape de las manos. Muchos estudiosos han visto a este personaje como un reflejo de la desconfianza del pueblo norteamericano hacia sus políticos tras el período posterior al Watergate, contraponiendo dos villanos como es el tiburón con el propio alcalde. Y es que parece evidente, en vista de la situación, que importa más el beneficio mercantil que salga de un verano boyante que el hecho de que hayan muerto personas. Podría parecer exagerado si no fuese porque, recientemente, durante la pandemia vivimos situaciones parecidas, y comprobamos que el ser humano está concebido por ese patrón.
Primero muere la muchacha, y después un niño. La bofetada que la madre de este propina a Brody es tan impactante sobre él como sobre nosotros. «Sabía lo que estaba pasando y dejó que sucediera», le acusa la mujer. El alcalde intenta justificar a Brody, pero este es tajante: «Ella tiene razón», refiere. Se debía haber cerrado las playas e impedido que nadie se metiera al agua. Tal vez, en ese caso, el tiburón, después de rondar por allí varios días sin llevarse comida a la boca, se largara de la zona. Pero los intereses, tanto del alcalde como del estamento comercial que vive de los turistas, presionan para que todo se desarrolle de forma «normal» y no pierdan los beneficios económicos que ello conlleva.
El pescador Quint entra en escena en una de las reuniones que se disponen para hablar de la situación. Todos están discutiendo tonterías, interrumpiéndose sin parar, cuando de pronto se oye un estremecedor sonido: Quint está pasando las uñas sobre una pizarra. Así suspende la barahúnda y sentencia tajante: la única solución es acabar con el escualo, y él es quien puede hacerlo. Pero de nuevo la estupidez humana entra en acción, y un tumulto de cretinos parte en manada a las aguas circundantes con el fin de capturar al animal. Resultado: un tiburón tigre de apreciable tamaño es cazado y expuesto, y todos se entusiasman ante el fin del problema. Además, el comité del ayuntamiento ofrece tres mil dólares por la captura del tiburón y Quint pide más, diez mil, algo que los funcionarios consideran excesivo; sin embargo, luego habrán de pagar esa suma, cuando ya es tarde. Ganar dinero importa más, pero gastarlo por el bien común, no.
En ese instante, llega el tercer personaje importante, Hooper, el ictiólogo. Mide las fauces del tiburón capturado y comprueba que no coinciden con las huellas de mordeduras de los restos de la primera víctima. Mientras intenta demostrar ese hecho ante Brody, todos los demás están de celebración, y la playa se llena. Ante ese alboroto, el tiburón ataca de nuevo.
Spielberg narra esa primera parte de un modo naturalista, apoyándose en unas interpretaciones en ese mismo talante, como ya se ha referido. Para ello se vale de algunos actores no profesionales, habitantes de la isla donde se rueda, o incluso de los dos guionistas, Peter Benchley, autor también de la novela, que es el corresponsal que anuncia en televisión los ataques desde la playa, o Carl Gottlieb, que da vida a Meadows, el editor del periódico. Las escenas donde hay una gran confusión, con todo el mundo profiriendo opiniones, las rueda cámara en mano, para mostrar cierto aire documentalista.
Pero también utiliza diversas técnicas muy interesantes que lo identifican como el narrador nato que es; gran amante del cine clásico, en muchísimos momentos emplea la llamada profundidad de foco o enfoque profundo, es decir, aquella donde tanto los motivos más cercanos al objetivo como los más alejados están enfocados, elemento que está desapareciendo cada vez más del cine contemporáneo, cuando el desenfoque se está erigiendo como norma de estilo. De igual modo ofrece el bellísimo efecto conocido como doble focal o split diopter, que consiste en rodar en un mismo plano dos motivos a diferentes distancias, y ambos enfocados. O hay un momento mítico, combinación del movimiento dolly y zoom, cuando Brody, sentado en la playa, se apercibe de que hay un nuevo ataque, creando un efecto como de vértigo, como también es llamado este tipo de movimiento de cámara[27].
Cuando el sheriff decide, al fin, contratar a Quint para cazar a la bestia, el filme toma un cambio de rumbo expresivo bastante acusado. El pescador tiene su casa adornada con mandíbulas de tiburón, que cuece y blanquea y luego cuelga por todas partes (Hooper las observa admirado, pues es algo que de algún modo conecta con su profesión). En el momento en el cual, al fin, el Orca sale a la mar para combatir a la bestia, Spielberg encuadra la partida del barco desde una ventana de la casa de Quint, a través de las mandíbulas de un escualo, presagiando, de esa manera, que los viajeros estarán pronto entre las fauces del monstruo[28].
En principio, el cazador de tiburones alude a que hará el viaje solo, pero al fin acepta tanto la compañía de Brody como la de Hooper. Desde el inicio existe una rivalidad entre pescador e ictiólogo, donde ambos se desafían en mostrar sus conocimientos respectivos como los únicos válidos, en un duelo de egos que también es de machos alfa[29]. Pero, a medida que pasa el tiempo, cada uno se va acercando a la postura del otro y acaban respetándose. En medio de ello, Brody aparece algo así como un pardillo. Carece de cualquier experiencia (ni siquiera tiene cicatrices como las que ellos exhiben orgullosos, como no sea la del apéndice[30]) y de hecho siempre ha tenido pavor al agua. Pero, precisamente por ello, ofrece más valor su actitud, al enfrentarse a esos miedos y salir adelante. Y, al final, será él quien resuelva la situación, con Quint ya muerto y Hooper desaparecido. Resulta muy interesante este último elemento, pues no serán los dos «expertos» quienes solventen el peligro, sino el más inadaptado a ello.
En medio del grandioso mar, sin embargo a partir de ese momento Spielberg adopta un punto de vista casi claustrofóbico con respecto a los tres personajes, atrapados en la inmensidad. Haber interrumpido la narración mostrando lo que sucede en la isla con diversos personajes hubiera sido un gran error, alterando el tempo y el punto de vista. Como director inteligente que es, se mantiene centrado en los que focalizan la acción, en su lucha con la bestia que poco a poco deja de ser invisible. Esta parte del filme es de carácter aventurero y dinámico, pero también es interiorizante. La excelente escena de los tres disertando, antes del enfrentamiento final, se ha convertido en mítica, y transmite la esencia del cine de Howard Hawks. Los personajes se hacen confidencias, como la exhibición de cicatrices mencionada, cantan, y luego Quint refiere el espeluznante suceso del Indianapolis que referimos con anterioridad. Es la placidez que precede a la tormenta, pero también sirve para conocer más a los protagonistas, y que ellos se conozcan entre sí.
Incluso en esos momentos, en los cuales el tiburón ya no es una sugerencia, sino un hecho, Spielberg se permite jugar con el espectador y planificar con dobles sentidos. De tal manera, aprovechando el recurso de los barriles amarillos, que están llenos de aire con el fin de que el efecto de la presión impida al escualo sumergirse, la aparición de las barricas metálicas viene a representar al monstruo, y su mera presencia indica la manifestación del propio tiburón.
Por supuesto que gran parte de los elevados valores que detenta la película vienen también ocasionados por ese excelente plantel interpretativo que ofrece, con esa referida vertiente naturalista para semejar que lo que acontece sucede a personas «normales». Inclusive la «enchufada» Lorraine Gary[31] entra en igual categoría, ofreciendo un perfil muy convincente de un ama de casa abnegada y atenta (y no la pija con pretensiones que era en la novela).
Anecdotario
- En países hispanoamericanos lució el mismo título que en España.
- El rodaje se efectuó entre el 2 de mayo y el 18 de octubre de 1974.
- Según Spielberg en el documental «cómo se hizo» del DVD, su idea original para presentar a Quint era mostrarlo en el cine local viendo Moby Dick (Moby Dick, John Huston, 1956), protagonizada por Gregory Peck. Quint estaría sentado en la parte trasera del cine, riéndose tan fuerte de los absurdos efectos especiales de la ballena que haría que los demás espectadores se fueran del cine.
- El perro de Brody en la película era en realidad el perro de Steven Spielberg, Elmer.
- El tiburón de Buscando a Nemo (Finding Nemo, Andrew Stanton, Lee Unkrich, 2003) se llamaba Bruce, supuestamente como homenaje al apodo del tiburón mecánico.
- La versión extendida de Tiburón se emitió por primera vez en Estados Unidos en la cadena ABC el 4 de noviembre de 1979, con una duración de 130 minutos, pero con la idea de cubrir una franja de tres horas, incluyendo las pausas publicitarias.
- Secuelas oficiales:
Tiburón 2 (Jaws 2, 1978), de Jeannot Szwarc.
Jaws 3D 3-D. El gran tiburón [vd/dvd/bd: Tiburón 3-D. El gran tiburón] (Jaws 3-D, 1983), de Joe Alves.
Tiburón, la venganza (Jaws: The Revenge, 1987), de Joseph Sargent.
- Secuelas espurias:
Tiburón 3 (L’ultimo squalo, 1981), de Enzo G. Castellari.
Cruel Jaws / Fauci Crudeli – Cruel Jaws [vd: Tiburón 5, 1995], de Bruno Mattei.
- Estrenada en Estados Unidos el 20 de junio de 1975 y en España el viernes 19 de diciembre de 1975 —Madrid (cines Lope de Vega y Gran Vía), Málaga, Sevilla (cines Los Remedios y Villasís)— y el 22 de diciembre de 1975 (Granada).
Bibliografía
Tiburón; por Peter Benchley; traducción Sebastián Martínez y Luis Vigil. Barcelona, etc.: Pomaire, 1973.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
Agradecimientos a Eduardo Juan Manola
CALIFICACIÓN: *****
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] La película La señora Parker y el círculo vicioso (Mrs. Parker and the Vicious Circle, Alan Rudolph, 1994) recrea este grupo. Peter Benchley sale como actor en un pequeño cometido.
[2] Algunos de los cuales pueden verse como extra en determinadas ediciones en DVD de la Warner.
[3] En «Muere el escritor Peter Benchley, que fue autor del libro “Tiburón”», en la versión digital del Faro de Vigo: https://www.farodevigo.es/sociedad-cultura/2539/muere-escritor-peter-benchley-autor-libro-tiburon/46312.html
[4] Benchley, Peter: Shark Trouble: True Stories and Lessons About the Sea. Nueva York: Random House Publishing Group; pág. 13.
[5] Hodgson, Tim: «Make your company a world wide known name with us!». En The Royal Gazette: http://www.royalgazette.com/apps/pbcs.dll/article?AID=/20060217/MIDOCEAN/102170132
[6] En un momento dado del libro, el personaje que atiende la oficina de correos llama a la criatura Leviatán. Es este un monstruo marino citado en el Antiguo Testamento. Precisamente Leviathan: El demonio del abismo (Leviathan, George P. Cosmatos, 1989) es una de las películas que surgieron al éxito de Tiburón.
[7] Pez marino de cuerpo alargado y plateado, conocido por su voracidad y agresividad al atacar a otros peces.
[8] Citado en el artículo «How the Creator of “Jaws” Became the Shark’s Greatest Defender», publicado en la web Narratively: https://narratively.com/how-the-creator-of-jaws-became-the-sharks-greatest-defender/
[9] Britton, Andrew: Britton on Film: The Complete Film Criticism of Andrew Britton; editado por Barry Keith Grant. Detroit: Wayne State University Press, 2009; pág. 237.
[10] Dado que El diablo sobre ruedas (Duel, 1971), había sido rodado con destino a la televisión, donde de hecho se exhibió inicialmente en Estados Unidos el 13 de noviembre de 1971. Más adelante, en vista de los sólidos resultados, se decidió estrenar en cines rodando nuevas escenas, para brindarle un metraje más acorde; tuvo un amplio lanzamiento en Europa (en España tuvo su debut el 11 de noviembre de 1973).
[11] En el documental A Look Inside Jaws [«From Novel to Script»] (Laurent Bouzereau, 1995). Incluido en la edición de Jaws: 30th Anniversary Edition DVD (2005), Universal Home Video.
[12] Biskind, Peter: Easy Riders, Raging Bulls. Nueva York: Simon & Schuster, 1998; pág. 264.
[13] La película que Spielberg quería hacer terminó siendo Los aventureros de Lucky Lady (Lucky Lady, 1975), dirigida por Stanley Donen.
[14] Quien hasta el momento había trabajado abundantemente en televisión, en especial en el campo de la comedia, donde ganó un Emmy por The Smothers Brothers Comedy Hour (1967-1969). Era amigo de Spielberg, quien le contrató para otorgar más dimensión a los personajes, en particular humor. En el filme aparece también como Harry Meadows, el editor del periódico local, y más adelante publicó un libro, El diario de Tiburón (The Jaws Log, 1975), sobre las dificultades de producción de la película.
[15] Howard Sackler había ganado el premio Pulitzer en 1969 por la obra teatral The Great White Hope, que él mismo convirtió en guion para el filme La gran esperanza blanca (The Great White Hope, Martin Ritt, 1970), labor que le reportó una nominación por parte de la Writers Guild of America. En 1982, a los 52 años, apareció muerto en el estudio que tenía en Ibiza. Al principio hubo sospechas acerca del motivo, pero luego se informó que no había rastros de un crimen y, finalmente, se reportó que fue a causa de una trombosis pulmonar.
[16] En «Nova speaks: A rare Conversation with Linda Harrison»; entrevista en Apesfan nº 1, 1997; pág. 13.
[17] Era Mr. Robinson en El graduado (The Graduate, Mike Nichols, 1967), por ejemplo.
[18] Bouzereau, Laurent: A Look Inside Jaws [«Production Stories»] (op. cit.).
[19] Verna Fields (1918-1982) acabó ganando un Oscar por su labor en Tiburón, y fue también galardonada por la American Cinema Editors, la asociación de montadores estadounidenses, y fue nominada al BAFTA por ese mismo trabajo. Ya había trabajado con anterioridad para Spielberg en Loca evasión, y había participado en diversas películas de Peter Bogdanovich en esa especialidad (también trabajó con anterioridad en la edición de sonido), y después de Tiburón se retiró de esa labor, tras ser ascendida a vicepresidenta de Universal.
[20] Ebert, Roger (1 de enero de 1975): «Jaws». Chicago Sun-Times. Archivado a partir del original el 3 de agosto de 2006. Consultado el 15 de julio de 2023.
[21] Kael, Pauline (1980): «Notes on Evolving Heroes, Morals, Audiences». En When the Lights Go Down. Beverly, Massachusetts: Wadsworth; págs. 195-196.
[22] Citado en McBride, Joseph (1999): Steven Spielberg: A Biography. Cambridge, Massachusetts: Da Capo Press; pág. 256.
[23] Citado en ABC, edición de Madrid, publicado el 15 de agosto de 2012 (extraído de John Williams Recalls Jaws, interview con Jon Burlingame para News Archive, Film Music Society, 2012).
[24] Ostinato significa «obstinado» en italiano. Un ostinato es un breve esquema musical, por ejemplo, una figura melódica, rítmica o armónica, persistentemente repetido a lo largo de una composición.
[25] En la featurette incluida en la edición en bluray de Jaws Limited Edition, EE. UU., 2012.
[26] Antes también hizo la música para un cortometraje documental, You Are Welcome (1954), de Oliver L. Vardy. También fue orquestador o añadió música sin acreditar a alguna película.
[27] Empleado precisamente por Alfred Hitchcock en su película Vértigo / De entre los muertos (Vertigo, 1958).
[28] La película Hombres de valor (USS Indianapolis: Men of Courage, Mario Van Peebles, 2016) también emplea ese recurso: cuando acaban de entregar los componentes de la bomba atómica, y el barco parte de regreso a su fatal viaje, se encuadra la partida de este desde las fauces de un tiburón que están colgadas en un hangar.
[29] Duelo que, igualmente, se dio entre los dos actores durante el rodaje.
[30] Que no era maquillaje, sino su cicatriz real.
[31] De amplia carrera televisiva, Tiburón fue su primera película en cine. Después, por supuesto, repitió en la saga, y también con Spielberg en 1941 (1941, 1979), haciendo de esposa de Ned Beatty (y en la cual también repitió Murray Hamilton).