Un ambicioso hombre de negocios contrata a un antropólogo amigo suyo para que supervise la recuperación de un ser vivo hallado dentro de un bloque de hielo que vagaba a la deriva por el mar. El bloque es derretido, y el antropólogo informa que lo que hay en su interior es un yeti prehistórico y gigante…

Dirección: Gianfranco Parolini [acreditado como Frank Kramer]. Producción: Stefano Film. Productores: Gianfranco Parolini, Mario di Nardo, Nicolò Pomilia, Wolfranco Coccia. Guion: Gianfranco Parolini, Mario di Nardo, Marcello Coscia, según argumento de G. Parolini, M. di Nardo. Fotografía: Sandro Mancori. Música: Sante Maria Romitelli; canción «Yeti» por Engrey & Greekian. Montaje: Manlio Camastro. Diseño de producción: Claudio De Santis. FX: Ermando Biamonte (efectos ópticos), Renato Marinelli (efectos de sonido). Intérpretes: Antonella Interlenghi [acreditada como Phoenix Grant] (Jane), Mimmo Crao (Yeti), Jim Sullivan (Herbie), Tony Kendall (Cliff Chandler), Edoardo Faieta [acreditado como Eddie Faye] (Morgan Hunnicut), John Stacy (profesor Henry Wassermann), Donald O’Brien (sargento Stricker), Stelio Candelli, Loris Bazzocchi, Aldo Canti, Francesco D’Adda, Giuseppe Mattei, Claudio Zucchet, Stefano Cedrati, Agostino Scuderi, Luciano Zanussi… Nacionalidad y año: Italia 1977. Duración y datos técnicos: 118 min. / 105 min. – Technicolor – 1.85:1 – 35 mm.

 

El estreno del exitoso King Kong (King Kong, 1976) dirigido por John Guillermin y producido por Dino de Laurentiis provocó, cómo no, un ingente aluvión de imitaciones y plagios por todo el mundo, y la industria italiana no podía quedar ausente a ello. El ínclito Frank Kramer (o Gianfranco Parolini para los amigos), perpetrador de algunos spaghetti wésterns no muy memorables, se apuntó al carro y se hizo cargo de este increíble Yeti, el abominable hombre de las nieves (Yeti, il gigante del XX secolo,   1977). ¿Qué tiene que ver un yeti con un gorila gigante? Nada, pero ahí tenemos la a veces surrealista industria italiana para crear el punto de unión. Porque no se trata de un yeti normal y corriente, como cualquiera se pueda encontrar en un paseo por el Tíbet, sino de uno prehistórico y gigante. El muy erudito antropólogo de la película lo deduce en un segundo al inicio y, por supuesto, tendrá razón, sin mayor esclarecimiento.

A partir de ahí tenemos una trama que supone una mezcla entre King Kong, pero la de 1933 dirigida por Ernest B. Schoedsack y Merian C. Cooper (incluso a nuestro Yeti, que es llamado por los protagonistas así, lo enfurecerán los flashes de las cámaras) y la imitación que éstos mismos realizaron de su película, El gran gorila (Mighty Joe Young, 1949). Los personajes, en esta ocasión, amén del hombre de negocios de la sinopsis y el muy docto antropólogo, serán una muchacha de muy buen ver, su hermano de doce años, que con anterioridad quedó mudo de un shock y que, oh sorpresa, no recuperará la voz al final, y el galán de turno (el célebre actor de coproducciones Tony Kendall) que, al menos, no se limitará a ser solo eso.

A remolque de todo ello se ofrece una intriga de espionaje industrial y ambiciones de por medio, y la socorrida historia de amor entre el gigantesco antropoide y la muchachita de buen ver, que introducirá dos elementos altamente carcajeantes, como solo los italianos pueden hacer: en un momento determinado, mientras Yeti transporta a la muchacha, ésta se apoya sobre el pezón de él, y le provocará una erección (del pezón); en otro momento de lo más surrealista, la chica soñará que baila con el monstruo, que en su fantasía ha adquirido tamaño normal.

Por lo demás, los efectos especiales son de lo más paupérrimo que uno se pueda encontrar. El yeti es un señor de mirada tristona con un enorme pelucón y el cuerpo cubierto de pelo, que grita como una histérica, aparece en tomas muy aisladas con respecto a lo que le circunda (casi nunca hay sensación de proximidad con los personajes humanos) o sobreimpreso en algunos planos o por medio de retroproyección, y que muchas veces aparece transparente, tan pobre es la iluminación para equilibrar las diferentes tomas. Un pie y una mano a tamaño natural, o medio cuerpo de cintura para abajo, a veces sirven para aparentar esa proximidad que echamos de menos en la mayoría de las tomas.

El resultado es un bodrio de proporciones mastodónticas, que quizás en su época entusiasmara a la chiquillería de cines de barrios. Hoy día, entre un grupo de amigos amantes del género y con muy buen humor y unas cervecillas, acaso sirva para pasar una tarde de grandes carcajadas. Nada más.

 

Anecdotario

  • Título de rodaje: Yeti Big Foot.
  • Título en México y Perú: Yeti: el abominable hombre de las nieves.
  • Títulos anglosajones: Big Foot / Yeti: The Giant of the 20th Century / Ice Man.
  • Rodada en Italia (Cinecittà, así como el lago de Campotosto en la provincia dell’Aquila) y en Toronto, Canadá.
  • También sale el perro Indio, un hermoso Collie.
  • Estrenada en Italia el 23 de diciembre de 1977 y en España el 9 de noviembre de 1978, siendo el estreno en Madrid el 25 de diciembre, en los cines Bilbao, Victoria, Regio, Versalles, Liceo y Garden, con las frases publicitarias «Lunes próximo, colosal estreno de la película más esperada por todos los niños» y «La última y más espectacular maravilla del Séptimo Arte».

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: *

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra